viernes, 17 de diciembre de 2021

El diálogo social


 

Hughes

Abc

En esta espléndida foto, creo que de Europa Press, hay una realidad tan bien capturada que es foto y es a la vez meme.
 

Vemos a la ministra de Trabajo asir del brazo a Garamendi, presidente de la CEOE. Hay una cierta invasión espacial y él mira atónito con unos ojos que son de sorpresa o de distancia. Con la mirada guarda la distancia que no guardan los cuerpos. Es una mirada al vacío con la que quiere afectarla. No hay distancia entre los dos, pero él la quiere fingir poniendo ojos de besuguito sorprendido y puede que escandalizado.
 

Pero no están solos en la foto. Es un desayuno, uno de tantos, con buena bollería (esas miguitas de croissant cayendo en la moqueta), un zumo fosforescente y el café servido por una camarera, que aparece como elemento distante, mucho más distante, fuera del núcleo del retrato: en la periferia y en otro plano.
 

Esa trabajadora está, sí, a una distancia higiénica, covidiana, y además detrás, a una distancia servicial. Su postura, su lugar, es un tratado de distancias: ¡el currito es ser de lejanías!


Y eso que vemos, eso que está ahí, ¿no es el diálogo social? Falta un sindicato, falta el señor del fular, faltan los bigotes del langostino sacrificial, pero está todo ya ahí: el Estado, la ministrona cogiendo del bracete al empresario, que se deja, que pone ojitos de independiente y hasta de reparo liberal pero que se acaba dejando. Eso no es capitalismo de amiguetes, es ya capitalismo de bracete.


Separados del abrazo, pero en la escena, los trabajadores sirven el desayuno, el café, que son los impuestos: se vierte café, litros de café, un flujo incesante de café con leche de las esmirriadas ubres tributarias.


Ahí está retratado, en gloriosa foto de época (mi enhorabuena al fotógrafo, que merece un premio), el diálogo social y el capitalismo de bracete: la ministra del brazo del empresario, con los trabajadores detrás, sirviendo café fiscal.