lunes, 6 de diciembre de 2021

Salvar a Xavi (y a Vini)

 

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Del Barcelona-Español y del Villarreal-Barcelona se saca la impresión de que la consigna es… salvar a Xavi, que representa una vanguardia “hestética” llamada “fúpbol” (el fútbol tiene casi las mismas variantes que “la Coviz”) que nació habitando ya el futuro, pues se basa en jugar al corro de la patata (el corro se llama rondo y la patata es el balón) sobre un césped fresco y recién cortado para hacer las hamburguesas vegetales que para los pobres prescribe Bill Gates.
    

De niño me encantaba el olor a hierba recién cortada mezclado con el del faria de los viejos con boina en El Sadar de Pamplona y en El Plantío de Burgos. Un olor a domingo de invierno por la tarde. Luego la Ciencia (sea lo que fuere semejante cosa) ha descubierto que el olor a césped recién segado es la defensa química de la hierba, su manera de pedir auxilio, y que ese olor significa el dolor de cada brizna por el hachazo del jardinero. ¿Sabe Xavi el tormento al que el xavismo somete al pasto? En un mundo sostenible y ecológico como el que nos hemos dado el suplicio de la hierba destinada al rondo xaviano debería escandalizarnos más que las ayudas arbitrales para mantener el nombre del muñeco en lo alto del cartel.


    –Si no los miras y oyes sólo el ruido del balón, parece una canción –le dijo Roura, el entrenador de rondos de la Masía, al Tato Martino cuando llegó a Barcelona.
    

¿Qué canción? Un “Noche de rondo” en el columpio de Agustín Lara: “Dime si esta noche / tú te vas de rondo / como ella se fue, / con quién está”.
    

Salvemos a Xavi por el bien de la Liga y del periodismo que vive de ella, pero si vamos a salvar a Xavi, salvemos también a Vinicius, que ya vimos en Granada el anuncio de lo que le espera. En su día, Gento, si podía, no jugaba en Bilbao, pues en el Athletic había un defensa que le daba miedo, y en San Mamés jugaba en su puesto Manolín Bueno, que fue el Pou Pou del Real Madrid (Pou Pou por Poulidor, eterno segundón del Tour de Francia). Gento tenía de ofensivo la velocidad; Vinicius suma, a la velocidad, su birlibirloque maromero, y encima con sonrisa, todo lo cual saca de quicio a un “defensa expeditivo”.


    Viéndolas venir, Vinicius se hace llamar este año Vini. Es natural. Habrá visto el trato periodístico y arbitral a los Xavi, Pedri, Gavi, Riqui… y habrá pensado que “Vini” garantiza una protección que no le daba “Vinicius”. Con la mitad de protección que tuvo en España Messi, el Potele de Rosario, ante cuyas conducciones las defensas se inclinaban como las águilas romanas en presencia de Nuestro Señor, Vinicius llenaría una época (y más importante que las épocas: el aforo del nuevo Bernabéu incluso a precios de Morante en Arenas de San Pedro). Otra cosa es el periodismo, que cuando mete la pata no suele dar su brazo a torcer. Metió la pata con Vinicius y no va a cambiar. Si lo entrevistan es para preguntarle… por Xavi y por Pedri. ¡A Vinicius! ¿Qué te parece la fenomenología del césped de Xavi, Vini? ¿Qué te parece, Vini, que Pedri sea el mejor jugador joven del mundo? A Mourinho, con quien también se metió la pata (en este caso, con dolo, pues venía a demoler el chiringuito del Gandhi de Sampedor), todavía le preguntan por Guardiola, y si ven una rendija, no perdonan: “Una frase racista estropea el buen gesto de Mourinho con su nueva joya de la Roma”, dijeron al enterarse de que Mourinho regaló a Félix, nuevo goleador de la Roma, unos zapatos caros que le había prometido. ¿Mourinho, racista? Eso lo dijo una vez Yayá Touré de Guardiola, pero después ha pedido perdón. Que el periodismo juegue a eso con Mourinho debe de ser cosa de la “maldad ontológica”, concepto puesto en circulación por un gacetillero de la cultura, Juan Cruz, al que José-Miguel Ullán aludía como Canario Flauta en sus crónicas de “Canción” en los 80. 

A Vinicius sí le lanzaron culeradas racistas en el último Clásico, y los comentaristas de la trigonometría benedictina la tomaron con el dedo de Vinicius, cuyo juego, por cierto, es inexplicable con los politopos de Álvaro Benito, pues su territorio son los ritmos del son de la poesía mulata de Nicolás Guillén, el poeta-profeta que le dijo a Cabrera Infante: “¿Quieres que te diga una cosa? Es peor que Stalin, te lo digo yo. Porque Stalin se murió hace años, pero este gánster nos va a sobrevivir. A ti y a mí.” Se refería a Fidel. Y acertó.
    

Por su manera de jugar, Vinicius es el jugador más desequilibrante que hay en el fútbol –tiene dicho Ancelotti–. Conmigo siempre jugará por la izquierda. Venga quien venga.
    

Dicho sea pensando en Mbappé.




OTRO MODO DE DEFENDER


    El ex futbolista inglés Jamie Carraguer retira su apuesta por el PSG para la Champions porque ve un equipo con “tres pasajeros”, es decir, tres tipos que no defienden: Messi, Neymar… y Mbappé (que luego los piperos, acostumbrados a las carreras demagógicas del raulismo, no se tiren de los pelos bajo el latón del nuevo Bernabéu). Pero el sueco Ibrahimovic, “camorrista” y cuarentón, ha explicado que hay más modos de defender en el fútbol: “El otro día le hice una entrada a Azpilicueta, porque hizo una tontería a mi compañero. Lo hice para que entendiera: ‘No se hace eso. Te voy a enseñar lo que pasa si me lo haces a mí’. No estuvo bien por mi parte, pero así soy yo. No me avergüenza decirlo”.

[Lunes, 29 de Noviembre]