lunes, 27 de diciembre de 2021

Algo fue mal con el software


 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Vienen mal dadas para el Madrid: encabeza la Liga “jugando a contraestilo” (?), al decir de los Comisarios de Estilo más viejos del lugar, y en la Champions le han metido a capón en el saco del PSG de Ramos y Mbappé (Messi no cuenta), con lo que eso supone.
    

Algo fue mal con el software. La Uefa contactó con su proveedor de software y se decidió que había que repetir el sorteo entero porque no se sabía exactamente cuándo se había producido el error.


  
 “Algo fue mal con el software”
fue la explicación de Ceferino, cuyo nombre nos suena por “Ceferino el Pueblerino”, del historietista Pineda Bono en el “Tío Vivo” de los 60.
    

El “software” de Ceferino en la Champions son los niños de San Ildefonso en la Lotería. Imaginemos que el miércoles, 22, día uefero por excelencia, “algo va mal en los niños” (un niño se equivoca al cantar el Gordo) y el sorteo de la mañana se repite, entero, por la tarde. “¿Cuántos padres se encontrarán sin descendencia cuando resuciten el Día del Juicio?”, se preguntaba, malicioso, Quevedo. ¿Cuántos millonarios mañaneros se encontrarán pobres al echarse el sol el miércoles por repetición de sorteo? Pues eso ha ocurrido con la Champions. El Atlético, que iba a medirse, al fin, con un equipo de su potencial, el Bayern, se encuentra con que ha de acudir al asilo de Old Trafford a ver a Cristiano. Y el Madrid, que se relamía con la “saudade” lisboeta del Benfica, se ve en la necesidad de medir a Vinicius con Mbappé.
    

“Software” es la forma que tiene el siglo XXI de llamar al “pucherazo” del siglo XIX. Si el “software” llevó a la Casa Blanca al fantasma de Sleepy Joe, ¿por qué no iba a poder llevar a la cumbre de la Champion un Real Madrid-PSG en octavos?


    En la Uefa el “software” debe de ser el “yo” de Ceferino. ¿Qué es un yo? Hasta hace veinte años, el yo era ese pequeño argentino (un Cholo de bolsillo) que todos llevábamos dentro. Pero en 2001 un neurocientífico norteamericano, Bruce Miller, de la Universidad de California en San Francisco, descubrió la sede del yo, que, aunque pequeño, no es argentino, y se encuentra en una minúscula región del córtex cerebral (el área de Miller), “más o menos encima de la ceja derecha (la que levanta Ancelotti es la izquierda, qué le vamos a hacer).
    

Soy un tío bastante simple –declaró Mr. Miller nada más descubrir el área de Miller, es decir, la sede cerebral del yo (¡la Uefa de Ceferino!), a cuyas puertas llegó Mr. Miller por experimentos con señores que, por ejemplo, siendo de derechas de toda la vida, se volvían, a la vejez, radicales de izquierdas.
    

Cuando Ceferino justifica el descalzaperros de su sorteo con un “algo fue mal en el software” quiere decirnos que algo fue mal en su yo, pero ¿qué clase de yo es el suyo? ¿El yo de Descartes o el yo de Miller? El yo de Descartes era una falacia: la falacia cartesiana del “fantasma dentro de la máquina” (un yo que cruza el cerebro interpretando y dirigiendo sus operaciones). El yo de Mr. Miller, en cambio, se esconde detrás de una mata del córtex cerebral, pero no es un fantasma, aunque ocasiona, cuando se altera, trastornos en los gustos, en los valores y en la personalidad, hasta el punto de llevarte a votar progre siendo facha, o al revés. De votar a Sleepy Joe o de sacar del bombo achisterado un Sergio Ramos / Benzemá en octavos de Champions.
    

En su día el descubrimiento de Mr. Miller supuso el anuncio del fin de los egos. Fuera introspección, fuera diarios íntimos y fuera autobiografías. Fuera el libre albedrío. Fuera los románticos. La era de la gente “hardware” –gente que abandona sus cerebros y los reemplaza por ordenadores– llegó con Miller: “Ni tout á fait la méme / ni tout a fait une autre.”
    

Si lo que puede ir mal en el software fuera lo que uno se malicia, el Madrid tendría cero posibilidades de pasar la eliminatoria. No olvidemos el entusiasmo de la Disney con la repetición del sorteo y un Cara Huevo haciendo el discurso negrolegendario para mongos: “Ese es el escenario que más le viste a este equipo por su trayectoria. No podemos olvidar que en la época de Francisco Franco el Real Madrid ganaba y quedaba campeón en lo que fuera necesario como un efecto directo de la dictadura”. ¿Por qué decir Di Stéfano, si se puede decir Franco?
    

En la Uefa tenemos a Ceferino, y en la Disney, al Pueblerino.




MALOS TIEMPOS


    Agüero abandona el fútbol a los 33 años (18 de ellos metido en alta competición) por un problema cardíaco, si bien todo el mundo se ha apresurado a aclarar que el problema cardiaco nada tiene que ver con “la Coviz”. Después de todo, quien se mueve no sale en la foto, y ahí tenemos a Eric Clapton, apaleado por la revista “Rolling Stone” por expresar opiniones distintas de las prescritas por la revista. “¡Eric apoya a la Countryside Alliance (institución que promueve los deportes de campo británicos como la caza)!” ¿Adónde iremos a parar? Lo expresó un representante suyo en 2004: “No caza él mismo, pero disfruta de actividades rurales como pescar y disparar. No está de acuerdo con la interferencia del Estado con las actividades privadas de las personas”. Visto lo visto, la época de Galileo y sus ruidos con la Inquisición nos parece Woodstock’69. 

[Lunes, 20 de Diciembre]