Salvador de Madariaga
Intervención radiofónica de Salvador de Madariaga desde la BBC en 1945 para todo el mundo de habla hispana. 26/27 de Diciembre
WEEKLY REVIEW
Por Salvador de Madariaga
Esta semana celebra todo el orbe cristiano la fiesta de la Navidad...
Observemos, para empezar, que es una fiesta sincera y verdaderamente popular,
que no ha menester de propaganda o apoyo oficial para transcurrir cada
año en un torbellino de alegría pública y doméstica... Religiosa en unos
ambientes, laica y callejera en otros, tiene la Nochebuena una doble
calidad que la distingue como fiesta vivaz y vigorosa: es a la vez
universal y local...
¿A qué se debe esta universalidad, valiosa cualidad de esta fiesta? En
primer lugar, a que la fe que vino a simbolizar es humana y sin
fronteras. El Hijo del Hombre vino a llamarse más tarde el Niño aquel
día nacido; y con este nombre que escogió para Sí dio al concepto de
hombre una universalidad sin igual. Se argüirá que ya existía el
concepto universal de hombre en los clásicos griegos y latinos, y se
recordará el verso tantas veces citado del poeta latino Terencio:
Hombre soy: nada humano considero ajeno a mí.
Pero va mucho de un concepto pensado a un concepto vivido. Y en la
antigüedad en que se pensaba así se negaba toda humanidad a los
esclavos. También hubo esclavitud después. Porque el hombre es
incorregible. Pero, mientras en la antigüedad era la esclavitud cosa
conforme al sistema, en el mundo cristiano fue siempre cosa contraria al
sistema, y terminó por desaparecer.
Este sentido humano que no conoce colores ni fronteras es el valor más preciado de la Nochebuena,
valor que el pueblo siente en todas partes al celebrarla. Pero hay en
su simbolismo otros valores casi tan altos, y que también contribuyen a
otorgarle fuerza y universalidad. En primer lugar, el de la dignificación de los humildes y la supeditación de los grandes al conjunto social.
El Niño, el Hijo del Hombre, nace en un pesebre y es el huésped de unos
pastores. Y tres reyes -uno de ellos, negro, para que nunca falte el
sentido humano- viajan largo tiempo para venir a adorarlo. Todo este
simbolismo, tan dramático que ha conservado intacto su vigor original a
través de los siglos, ha producido y mantenido una corriente educadora de vigor incalculable en estos últimos dos mil años.
Corriente que dice a todos los hombres "respetad al tan humilde como el
pastor" y que constantemente recuerda a los poderosos: "Inclinaos ante
aquello que está por encima de vosotros, aunque sea un niño, aunque sea
una mujer."
Tomos, bibliotecas enteras de filosofía
moral, no han ejercido sobre el progreso humano influencia mayor para
hacer que se respete a todo hombre, por humilde que sea su ocupación, a
toda mujer, a todo niño, por humilde que sea el pesebre en que haya
nacido, que esta sencilla escena representada de nuevo cada año en toda
la Cristiandad... Importancia política, y no poca, tiene el que
se renueve cada año en nuestro mundo el respeto al trabajador, a la
mujer-madre y al niño indefenso.
Buena prueba de todo ello nos la viene a dar a contrario el proceso de Nuremberg.
Las revelaciones que han venido haciendo los fiscales sobre las órdenes
dadas por Himmler y sus secuaces para el exterminio de judíos, de
polacos y de rusos, son el mentís más cínico y criminal que jamás se ha
dado al espíritu de las fiestas de Nochebuena. Los feroces nazis
desencadenaron sobre la triste Europa su guerra cruel tan sólo por
haberse aislado del resto de la humanidad; por haber tenido la inaudita
pretensión de erigirse en una estirpe de hombres por encima de los
demás. Para tomar esta actitud, los nazis tenían primero que abjurar
todo el espíritu de solidaridad humana que haya podido penetrar en los
hombres de su país en 1940 años de cristianismo. El espíritu cristiano no conoce alemanes, ingleses o turcos; no conoce más que hombres. Por eso Hitler
tuvo que empezar por perseguir a todas las confesiones que en Alemania
propagaban la fe y las ideas cristianas; la iglesia católica como la
protestante; hecho lo cual, se dedicó a la gente joven para arrancarles
de raíz todo elemento de cultura cristiana. Así se explica que una muchacha joven, como la desdichada Irma Greese,
ahorcada hace quince días por su criminal conducta en Belsen, hubiera
perdido a los 22 años hasta los sentimientos más elementales de caridad.
Las revelaciones de Nuremberg, después de los cuadros siniestros de
Belsen, Buchenwald y otros infiernos nazis, descubren un abismo
infrahumano muy distinto del que a veces la historia ilumina en los
tiempos primitivos o en los bárbaros de la humanidad. Los hombres que
hoy se sientan en el banquillo de los acusados en Nuremberg pertenecen a
uno de los países en donde el pensamiento técnico, científico y hasta
filosófico ha logrado resultados más brillantes. Figuran entre ellos
gentuza criminal y poco inteligente, como Julios Streicher; pero también hombres de cuya inteligencia general y técnica no cabe dudar; como Goering, Keitel, Sauckel, Jodl
y otros más. Todos ellos aparecen comprometidos directamente en
crímenes de lesa humanidad concebidos como operaciones políticas o
sociológicas con una frialdad y una eficiencia técnica del cinismo más
repugnante. Todos ellos, y los millares o cientos de millares de
colaboradores que ejecutaron sus planes, son menos que hombres, no por
sentencia nuestra, sino por decisión suya; porque ellos fueron los que por querer ser nada más que alemanes, se hicieron menos que hombres.
Pues ésta es la maravillosa enseñanza de Nochebuena, el verdadero regalo espiritual de Navidad: que el hombre no puede negar su humanidad sin caer en lo animal.
El hombre no puede elevarse por encima de lo humano. Quiso el alemán
hacerlo y cayó en la bestialidad repugnante del nazismo. El Niño que
nació en Belén no es ni blanco, ni negro, ni judío, ni ario, ni alemán,
ni ruso; es el hijo del Espíritu y de la Virgen, es decir, el hombre sin
raza que vive en la Tierra sin fronteras para aprender a padecer. Por
eso es la fiesta de Navidad fiesta de todos los hombres y todos los
hogares donde una madre inerme protege a un niño más inerme todavía.
Fiesta de solidaridad humana y de paz.