lunes, 12 de julio de 2021

Luis Calvo, el director genial


Luis Calvo, por Ugalde


ABC AL PASO

El director genial

LUIS CALVO TIENE ALGO DE CHAPLIN DEL OFICIO Y DOS AMIGOS SOBRE LOS DEMÁS: ORTEGA Y CAMBA



Ignacio Ruiz Quintano

 
Luis Calvo Andaluz (“que no es calvo ni andaluz y yo creo que ni se llama Luis”) es el director genial.

    En la cena de los Cávia un invitado pregunta por el lavabo, y Luis Calvo, muy serio, le dice que haga lo que él, que lo hace “en una de esas ánforas del corredor”.
    
Cuando el tema editorial tarda en manifestarse, Luis Calvo ordena “el trenecito”: los redactores, en fila india, se agarran al director, que hace de máquina, y recorren, chucuchucuchú en el parqué, los nobilísimos pasillos de la Casa de Serrano.

    Un día el General Presidente de la Sociedad de Cacerías Militares a Caballo le saluda “y tiene mucho gusto enviarle una liebre cazada el día de la final del Campeonato Militar de Galgos en Campo”, y Luis Calvo responde: “Mi distinguido amigo y general: le agradezco a usted profundamente el magnífico ejemplar de liebre que ha tenido la gentileza de enviarme, y me ofrezco atentamente a sus órdenes.”



En esta genialidad hay algo de Chaplin del oficio. En compañía de Chaplin, por cierto, se entera Luis Calvo de la proclamación de la República: están en un tren suizo, y trae a Madrid al cómico luego de entrevistarlo para ABC. Ante la noticia, Chaplin hace mutis, esto es, pega la “espantá”.

    El caso es que a Luis Calvo (Londres, París, Indochina o Delhi) le gusta vivir en un lío: en Londres, el duque de Alba y Serrano Súñer lo salvan de la ejecución por espionaje. De este ir y venir de la ceca a la meca le queda el hábito de regalar a los amigos ruinas romanas (con pinta de decimonónicas).

    Muere Ortega y Gasset y el ministro Arias Salgado prohíbe sus fotografías en las necrológicas: Luis Calvo se salta la orden de la Censura encargando una mascarilla mortuoria del filósofo que se publica en portada.

    Ortega es uno de sus dos grandes amigos (torean juntos en alguna finca de la sierra madrileña; Luis Calvo, de hecho, firma crónicas taurinas con el nombre de Don Jorgito). El otro es Camba, a quien ni siquiera le pide que escriba: él mismo se encarga de prepararle y publicarle los refritos, coloreados para disimular los pegados; después corre a visitarlo al Palace, en compañía de María Dolores Pradera. En los 80 el “director genial”, un niño malo de pelo blanco (no cano: blanco) aún pasa por la Redacción y reparte pellizcos de monja entre el becariado.

    Emilio Romero, su paisano, celebra el tándem Luis Calvo-Adolfo Muñoz Alonso, uno en la dirección de ABC, en la dirección general de Prensa el otro.

    –Luis Calvo es un escritor insuperable, y un tipo estrafalario de modos, de actitudes, de personalidad y de temperamento. Se le empieza a calentar la cabeza a medianoche, y entonces entra en acción el profesor Muñoz Alonso, que dirige la campaña contra los del Contubernio de Munich. El resultado es una mezcla fabulosa de conversaciones: El Pardo, Estoril, el Régimen, la Monarquía

    Para el Gallo de Arévalo, el ABC de Luis Calvo en los 50 es como “El País” de la Transición:

Crítico, halagador, aduanero e institucional, pero en “derechas”.


Luis Calvo