martes, 20 de julio de 2021

La catedral cumple (hoy) ocho siglos


 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

 

 Por cosa de mis débitos familiares llevo tiempo entre Burgos y los Montes de Toledo sin aparecer por Salmonetes... No me apaño a escribir por el móvil porque en el fondo soy un antiguo al que le viene grande tanta novedad en artefactos.
  

No soy capaz de explicar por qué, pero llevo unos días con cierta comezón que me riñe por no poner algo sobre nuestra catedral de Burgos, ahora que cumple 800 años y aquí van cuatro letras, porque nobleza obliga.
   

A otro dia de San Fermín estuve con el chico en las Edades del Hombre -magnífica esta última edición, por cierto, como no se estilaba hace muchos años- y aprovechamos para visitar la catedral con tranquilidad.
   

Entramos a las tres de la tarde como si fuéramos a tomar café con alguien de la familia a quien se quiere porque siempre te cuenta cosas interesantes, sobre todo cuando sólo eres tú quien escucha. Atravesamos la puerta del Sarmental, para la que no hay adjetivos que no hayan sido repetidos por los mayores ingenios de las Letras... y la seguí viendo joven. Mucho mas joven que la última vez y mucho más joven que los burgaleses que vió nacer anteayer mismo o los estudiantes berlineses o neoyorquinos que miran los libros miniados con el asombro en los ojos. Con una lozanía insultante tras 800 años de formidable señorear guapeando sin un segundo de descanso, arrancando piropos de todos los pueblos de la Tierra. Esos piropos que los nuevos doctos (y doctas) quieren prohibir.
   

Está hermosota la catedral. Más moza y airosa que cuando hace medio siglo nos llevaban el padre Santos o el padre Martiniano a escuchar a las piedras del trasaltar a las que Felipe Bigarny las dió voz por los siglos de los siglos. Nos hablaban de los Velasco con sonrisas beatíficas porque fueron antes que Dios y los peñascos y dentro de aquella capilla sin igual supimos que éramos unos privilegiados. Puede que por rebeldía infantil un servidor se hizo del Siloé padre, no sólo por la capilla de Santa Ana, sino por el retablo y sepulcro de la Cartuja de Miraflores, debilidad ésta de la que tienen conocimiento.
   

La catedral son recuerdos de familia para los burgaleses de cierta edad que la tenemos como el pariente del que todos nos enorgullecemos. El pariente al que admiran los conocidos y amigos de otras geografías que éstos días se acuerdan de nosotros cuando ven en la tele tanta hermosura salida de las piedras de Hontoria la de la Cantera.
   

Está escrito que la primera fue plantada el 20 de julio de 1221. en presencia de Fernando III el Santo y el obispo San Mauricio. Como fue creciendo con el abono de los siglos"nuestra catedral", mejor que escuchar las alabanzas, vayan a admirarla.