Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El visto bueno del Tribunal de Madrid al sentido común sobre el adelanto electoral (que los actos administrativos de la autoridad son inmediatamente ejecutivos) ha sido recibido con la solemnidad histórica con que los ingleses recibieron la disputa entre Jacobo Estuardo y el juez Coke.
–El “Common law” protege al rey –dejó caer el juez.
–Esta afirmación constituye traición –repuso, furioso, el rey–: el rey protege al Derecho, no el Derecho al rey.
Venimos de ingeniosísimas doctrinas del Supremo según las cuales un golpe de Estado televisado en directo pertenece a la interpretación de los sueños de Freud, o el Estado (que en España es el gobierno) puede apropiarse de un muerto que lleva medio siglo en la tumba sólo porque en vida “no separó los poderes del Estado” (aunque sin aclarar por qué después del muerto todos los poderes siguen en la misma mano, es decir, la tiranía según Hamilton).
–¡A lo negro, maestro, a lo negro! –gritaba el peón a su matador, que, por miedo al arreón, no sacaba al toro del caballo, y disimulaba tirando capotazos a la grupa del penco.
Como aquí, donde nadie va “a lo negro” del obscenario político que padecemos: la antidemocrática ley electoral proporcional (liquidadora de la conciencia nacional, pero normal en un país que llama populismo a la democracia), a la cual, en el 76, sólo se opuso Fraga, que se creía en un país serio. Todo lo demás es chau-chau de portería (voto fraccionado, voto útil y demás alfalfa) para tertulianismo de solanera.
Coke y Jacobo dramatizan lo que Fueyo llama “liquidación del sentido espiritual del Derecho medieval”, adonde nos devuelve el Estado de Partidos. Si, cual reyes medievales, los partidos infringen el Derecho, el único recurso es una petición dirigida a ellos en súplica de lo que quieran dar como reparación. En el Medievo era el Derecho el que hacía al rey (cuyo castigo sólo a Dios incumbía), pero hoy son los partidos (es decir, el Consenso) los que hacen el Derecho, y por encima no tienen ni a Dios.
[Martes, 16 de Marzo]