domingo, 24 de noviembre de 2019

España, territorio

 Quique González, el Renan español
con pose de himnoda feminista de Xanxenxo


Hughes
Abc
Siglos de cultura española acaban en Quique González. No es culpa suya. Es una realidad a la que nos enfrentamos: el resultado de la Cultura, una Cultura oficial prisaica que ya desde el franquismo ha desnacionalizado, asnado, dividido, y desentrañado espiritualmente al país hasta convertirlo en un ejército de ríe-chistes frenéticos y unidireccionales. Los cientos de representantes que orbitan alrededor de la Cultura Oficial mediática y autonómica-ministerial dicen siempre lo conveniente, y además lo dicen como si estuvieran cometiendo un acto de rebeldía.

Desde que a uno le nace el sentido común hasta que se le va yendo, ¿cuántas entrevistas a artistas españoles puede acabar leyendo? ¿Dos mil? ¿Cuatro mil quinientas? En el 99% de ellas, habrán dicho lo conveniente. Dirán lo que todos sabemos que van a decir. La entrevista que Lorena G. le hace en El Español a Quique González ofrece esta joya de respuesta a la pregunta sobre qué es España: “Lo que tengo claro es que para mí España no es una bandera, ni un himno, ni un ejército. No sé. Es un territorio con muchísimos aspectos culturales distintos, con idiomas distintos… estamos condenados a entendernos, pero bueno, el veneno de la envidia que tenemos… no sé. La historia tan dura en los últimos yo diría que 100 años, y la influencia de la iglesia católica y del franquismo en las instituciones hacen que sea cada vez más difícil el diálogo y cada vez más latente el enfrentamiento. Es una pena. Me parece un drama que de pequeños no nos enseñaran una noción mínima de euskera, ¿sabes? O de catalán”.

Me interesa el principio. Bueno, todo, pero me ceñiré al principio. España como territorio. Se escucha mucho esto últimamente. Ya no es el Estado, España-Estado. ¿Cómo va serlo, si está en proceso de desmontaje? Decir “El Estao” tampoco toca ya, porque cada uno quiere el suyo. Ahora es otra cosa, ya no es la estructura administrativo-burocrática, sino lo que hay debajo.

Es España territorio: España terreno, parcela, trozo, porción. España superficie. España planta, solar; España era, España hecho físico insoslayable; España entidad mínima tangible; España firme, España base. España es lo que da polvo cuando le pegas una patada al suelo. España reducida a lo mínimo innegable. Menos que eso ya no puede ser. Menos que el territorio ya sería comenzar a escamotearla geológicamente, empezar a negarle la realidad terrera.

España metros cuadrados. Como un piso que se heredó de la abuela facha y que habrá que repartir y cuartear y convertir en 27 estudios diminutos para que empleados mileuristas se dejen el sueldo.
De modo que los representantes de la Cultura, con su alta capacidad intelectual y su finura, con esa sensibilidad que se les cae de la mirada, que desparraman como tarros humanos de sirope, como eyaculadores imparables de sirope (¡faunos de la nueva masculinindad follifeminista!) no son capaces de extraer o definir de esa España un hecho uitario histórico, jurídico, filosófico, lingüístico, literario, espiritual, religioso o artístico. No. España es territorio, y lo siguiente será decir que España es ámbito, abstraerlo un poco más: España como espacio, abierto a todo dentro como en las performances artísticas: ¡Espacio de reflexión!

Ah, pero esa reflexión exigiría apertura de pensamiento y decisión, tabula rasa, ¡y tampoco! Así que la España ámbito-espacio es demasiado y aquí se trata (oh, qué término para un artista) del “entendernos”. Cacho de tierra (muy rico en Cultura, eso sí, ya lo vemos) donde habrá que sentarse a/sobre/es/ante una mesa. ¿Qué artista o actor habrá que ante la pregunta de qué es España conteste que “unas coordenadas”? Dentro del delirio (instalado ya cual app conspiranoide), el que diga “España, unas coordenadas” tendrá al menos la admiración de la suma genialidad desfachatada.