Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España ha sustituido el fervor religioso del Corpus por el fervor constitucional de las Autonomías. Donde colgaban tapices y damascos cuelgan ahora los banderines de la aldea.
–Las Autonomías son sagradas –dice la portavoz centrista de la Derecha, Álvarez de Toledo, de lo que se deduce que no sabe quién, cómo, dónde, cuándo ni para qué fueron colocadas las Autonomías en el belén de la Constitución.
Cuando el ministro Pacordóñez quitó la fiesta del Corpus, Gustavo Bueno, que conocía el motivo de la inquina de la Iglesia contra Galileo (¡el atomismo, no el egocentrismo!), temió una revolución…
–¡Y no se han dado cuenta!
Como Santayana dijera del Corpus, el encantador misterio de las Autonomías brilla sobre su plano espectacular: el prodigio les es intrínseco, como el de las estrellas, y su explicación lo devaluaría. Disentir es incurrir en herejía. ¡Somos constitucionalistas! Constitucionalistas no de cualquier Constitución, sino de la que nos ha metido en el “cul de sac”.
Más contitucionalistas que Álvarez de Toledo son los Founding Fathers, que lo inventaron por escrito. En la primera Constitución que escribieron, confederal, pusieron las Partes por delante del Todo… como en el 78 hicieron en España el ingeniero agrónomo y el director teatral. Pero los Founfing Fathers, más modestos, reconocieron su pifia y rectificaron escribiendo la segunda Constitución, federal, que pone el Todo por delante de las Partes. Hoy son la primera economía mundial, y su gasto porcentual es de 15 (ayuntamientos), 15 (estados) y 70 (gobierno federal). Con una deuda nacional del 98 por 100 del PIB, el gasto administrativo de España, que juega a federal, es de 15 (ayuntamientos), 15 (“gobierno federal”)… y 70 (autonomías). Esto no es centrismo. ¡Esto es centrifuguismo! Pero levantar una ceja ante el Consenso te hace tan reo de fascismo como, según Foxá, levantar la mano para parar un taxi en el Madrid del Frente Popular, que, por cierto, vuelve a casa por Navidad.