jueves, 4 de mayo de 2017

El goleador


Ignominia fifera


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para la Fifa, el goleador mundial no es Cristiano Ronaldo, CR, sino Raúl Castro, RC.
    
El presidente Raúl Castro ya marcó muchos goles en su vida y ahora va a marcar goles de fútbol –dice Infantino, presidente de la Fifa, en La Habana, Caribe de todos los “hamponatos” (terminología de Franceschi) políticos del mundo.

    El Vaticano, la UE, y ahora, la Fifa.

    Infantino, que para los italianos es suizo y para los suizos es italiano, habla seis idiomas. Cinco hablaba Madariaga, y los comunistas, sólo porque admiraba a Solzhenitsin, le llamaban “tonto en cinco idiomas”. Infantino sería caradura en seis idiomas, si admira a Raúl Castro hasta el punto de llevarle a la madriguera, esa Corte del Rey Sol y tal y tal y tal, una zamarra con el 9, “porque el 9 es el número del goleador”, y quiere que Raúl Castro sea el 9 de su proyecto Forward, por el que la federación de cada país recibe 750.000 dólares anuales para sus cosas, que no es mucho a repartir entre “el medio millón de vagos del partido comunista cubano” (otra vez Franceschi), pero es la manera infantinoide de ponerse a la cola de Obama y el Papa argentino para bendecir a la dictadura de hampones fraternos que en 1958 tomó Cuba siendo el tercer país iberoamericano más rico y hoy es el penúltimo, muertos aparte.
    
Me fui de Cuba porque Fidel hacía una eternidad que se estaba a punto de morir –nos dejó dicho Pardo Lazo.
    
(“Me fui de Cuba para darle la mano a Milan Kundera, antes de que se nos muera a los cubanos en un continente que lo ignora, como corresponde a la incultura de Europa –en la incultura de Cuba, lo leí convencido de que Milan Kundera era una mujer”).

    Infantino, que se permite hacer humor suizo en su visita italiana a la Isla del Diablo, debe saber que Raúl, más que goleador, sería rematador, que nunca es lo mismo. En la Castrocracia, lo que Fidel mató lo remató Raúl, desde los “mariconsones” (ver “Conducta impropia”) hasta los generalitos, pasando, ay, por la “castroenteritis” misma.