jueves, 11 de mayo de 2017

La convergencia



Hughes
Abc

La reciente campaña francesa, con la abierta amenaza contra la Unión Europea que planteaba Marine Le Pen, despertó en España una corriente de extraño europeísmo. Extraño por ser de reacción, por la falta de crítica y por el sospechoso entusiasmo de lo propagandístico. Leímos entusiastas defensas de Europa tomando la UE por el todo: Europa, la música, su arte, la Ilustración… “Europa debe hacer algo”, añadían los más razonables tras el susto. Pocos concedían a la crisis final la condición de trauma necesario para una nueva aventura que no arrancase del pacto francogermano amparado por Estados Unidos, sino de otra cosa. ¿De la soberanía europea, por ejemplo? ¿Del federalismo? Este clima de propaganda recordaba un poco a aquella campaña europea sobre el Tratado en la que salían los Del Río con su mítico “Nosotros por qué vamos a decir que no, si no lo hemos leído”. Y recordaba un poco porque aquél era más simpático. (Brevísimo paréntesis: señalar a alguien a la derecha es un negocio en España. Hay quien vive de hacer el movimiento de “me centro-y te señalo”. Es una profesión, una coreografía, un Gangman Style).

Pasado el peligro (momentáneo) de Le Pen, y mientras Macron inventa napoleónicamente una nueva Europa telegénica, queda un buen momento para acordarse de algunas cosas. De cuando la crítica a Europa era poco sospechosa. Nada sospechosa, incluso. Mera objeción, manía de pensar. Yo recordé, por ejemplo, la palabra convergencia: la confluencia, el acercarse de dos economías en sus niveles de renta. Se repetía muchísimo antes, y ahora no. ¿Alguien escucha o lee referencias a eso? Y era muy importante, uno de los pilares de la unión económica y monetaria. Una razón de ser de esta Europa. Pero de convergencia, misteriosamente, ya no se habla. La convergencia se suele medir en términos de Producto per cápita. Los datos los ofrece Eurostat. Si la media de la Unión Europea (UE-28 miembros) es 100, España está en 90 en el último año del que tenemos dato (2013-2015). Es necesario acudir a la evolución.

La convergencia española con Europa ha tenido distintas fases. Una muy importante de crecimiento de 1960-1975. Eurostat ofrece datos para 1960 en los que se compara el PIB p.c. La media UE es 100, y España tenía el 59’1% en 1960, y en 1975 el 79’9%. El crecimiento es importantísimo en esos años. Ya sabemos: cambio en las políticas económicas durante el franquismo, aperturismo, desarrollo… 1975 es año crucial para ver esto, porque cambia el régimen. El otro es 1985, año de la entrada en Europa. Tomando como base 100 la media de la UE, en 1985 España está en el 71’6%.

Del 75 al 85, España se aleja y los economistas lo explican con la crisis del petróleo, o el impacto de la transición. En 1985, España entra en Europa, y llegan los fondos, las ayudas y el proceso de unificación. De 1986 a 1991, España converge, se aleja en 1991-1995 y vuelve a acercarse del 1995-2000. Europa ha sido una agradable ondulación. En 1995 es otro buen año de referencia. Tomando como base 100 la UE de 28, España estaba en el 92% En los años siguientes, España mejoró hasta el 2007: el 107%. Supera la media europea. Los años de grandilocuencia, burbujas y expectativas. Pero llega la crisis y comienza el descenso, esto es, el alejamiento, la divergencia. En 2012 un 97%, y va bajando hasta los últimos datos Eurostat: 92% y 90%…

Estos últimos datos dan una información indiscutible: España está en la actualidad donde estaba a mitad de los 90, esto es: no ha habido convergencia en las últimas dos décadas. También presentan un problema. La media europea con la que se compara es distinta. Recoge 28 países, muchos de ellos, los nuevos, de menor renta que España. Es decir, que la convergencia aparece distorsionada en lo que nos interesa, que es medirnos, compararnos con las primeras economías, y sobre todo con Alemania. Es necesario afinar más el elemento de comparación. Transcribo aquí unos datos de una economista, Mariam Camarero, que buscó la serie de PIB per capita para la Eurozona, la mayor parte del UE-15. Aquí los datos que ella aporta se van ciñendo a otro núcleo continental. La base 100 es la media de la zona Euro:

1975: 86’4%
1980: 77’3%
1985: 76’2%
2000: 88’5%
2005: 92’6%
2014: 87’5%

Se observa la misma evolución: caída tras el 75 (Transición, crisis del petróleo), alza posterior, ondulación y el cénit antes del 2007, antes de la crisis. Pero tras ella, y con los últimos datos, España está en niveles de 1975.

Ésta es una comparación con una Europa más estrecha. Miremos a Alemania. Aporto a continuación un par de gráficos muy interesantes que me hace llegar un amigo economista (fuente Eurostat) y que permiten observar, al menos gráficamente, la evolución de la convergencia con Alemania. En ellos se observa que la distancia es la misma, o mayor. Y no es de extrañar: Alemania aprovechó el periodo 2007-2013 para incrementar su diferencia respecto a la media continental.Esto es un mero apunte, aceleradísimo. Pido perdón por tantísima aceleración en asunto tan técnico. Pero quería recordar un viejo motivo europeista (la covergencia) como esquelética contribución a su retorno a la conversación.

Con dos cosas parece que podemos quedarnos mientras tanto. Yendo al UE28, Eurostat dice que estamos donde estábamos a mediados de los 90 (¿no es esa una sensación vital dominante en nosotros, una sensación a todos los niveles, la de no haber superado la mitad de los 90?). Y buscando el área más selecta de la Eurozona, nos dicen que estamos donde estuvimos en 1975.