Don Celes, por Olmo
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Bibliotecas enteras de filosofía política no han ejercido sobre los españoles influencia mayor para hacer entender el Régimen del 78 que esta sencilla “pasteleta” catalana de la inscripción gubernamental de Dani Olmo, el futbolista que, quizás con “mono” de hacer cola en el Registro, quiere registrar hasta su modo de celebrar los goles poniendo cara de “¡andá, que me han levantáo el peluco!”
–Nos saltamos el reglamento para impedir un daño irreparable –ha venido a explicar Bolaños, el ministro legisperito que tiene Sánchez para presumir ante el espejo de epígono de Kelsen, el jurista que nos trajo el disparate de que una ley es justa si pasa los trámites reglamentarios.
El gobierno es hoy un tenderete de cuatro patas: Puigdemont y Junqueras por parte catalana, y por parte vasca, el soriano Esteban y el conde plurinacional Arnaldos. Ante un Athletic-Barcelona compitiendo por la Supercopa de España en el desierto árabe porque así lo decidieron por dinero Piqué, capitán culé, y Rubiales, aquel trueno federativo, el gobierno se ve obligado a satisfacer al Barcelona de Puigdemont y Junqueras despachando la inscripción cautelar, pero también al Athletic de Esteban y Otegui, dejando para ese partido a Dani Olmo en la nevera. Si hubiera necesidad de un gráfico, está el video de Bolaños en el guateque franquista enjugando un pegajoso queco en su corbata.
El tipo que pusieron para dar la cara es Uribes, que como ministro de Cultura se hizo notar por su afición al rabo de toro de Casa Salvador, que, por no perder tiempo saliendo a la calle, se le servía en cestita en su despacho de la Casa de las Siete Chimeneas, antigua sede de las sesiones de espiritismo del faquir Daja-Tarto. Un pelotazo político celebrado por Laporta, no con una sardana (el famoso rondo guardiolés que se enseña en La Masía), sino con una butifarra que ni Jak LaMotta, propia, como nos ha recordado Hughes, de Jordi Culé (y antes, de Schuster y de Giovanni), la gran butifarra de La Trinca para celebrar la Liga de Cruyff en el 74.
Y esto es, en resumidas cuentas, España y el fútbol español, que hoy tiene por mascota a Maffeo, el marcador mallorquín de Vinicius, el mejor jugador del mundo según la Fifa, pero aquí, un “rebotao” que no se deja domesticar como los Donatos (“peores cosas me decían a mí y yo no contestaba”), razón por la cual se encuentra ante el mismo problema que en su día afrontaron Mourinho y Cristiano: la escombrera mediática española, donde todos los roedores luchan por la misma porción de queso.
En un país atestado de tontos útiles, se impone la cultura futbolera propia de las sociedades sumisas (somos la sociedad que a las ocho de la tarde salía al balcón a aplaudir a la policía que los tenía confinados en casa): aquella cultura del eximio Zapatones según la cual “el fútbol es para listos”, y orientaba a Hugo Sánchez para que provocara a Cedrún en el córner y que éste “saltara”, que saltaba, y se iba a la calle.
–Noquearía a Vinicius en diez segundos –fue el titular que el selecto periodismo extrajo de la cabeza de Maffeo para animar el partido de Arabia, donde los locutores de TV hacen de coro griego que alterna el canto y la recitación al paso de Carlos Martínez.
Ejemplo de recitación: “Vinicius centra con el interior del pie derecho”. No importa que sea TV y lo estés viendo. Ejemplo de canto: “Lamine ha querido hacer una genialidad, ¡qué jugador!” Es el coro que “pausa la acción para cantar y lanzar ideas políticas, morales y filosóficas al público”, que paga por escuchar en 2025 que Lamine es el inventor del golpeo al balón con la parte externa del pie. Lo importante de estos comentaristas, pues, no es la recitación, sino el canto, por su función de doma social. El control del cuerpo arbitral, los trencillas de las viejas crónicas, es fundamental. Redactan las actas con palabros propios de jueces del Supremo, como Soto Grado, y cuando se retiran, ascienden a comentaristas-predicadores, como Mateu, el que se arrodillaba ante el BLM, y que da la chapa con sermones a lo padre Ángel en nombre de la ejemplaridad debida “a los niños y a las niñas”.
[Sábado, 11 de Enero]
La Liga


