Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
En el periódico global en español han inaugurado con fanfarria ciertamente habanera una cibercheka para husmear cualquier cosa que se salga de la regla, como los rezos de Prada o los fascisteos de Ussía.
El antifascismo, qué le vamos a hacer, es así de fascista.
¿Quiénes son los fascistas? Siempre los otros.
–Todo viene de un pequeño embrollo gramatical –explicaba Pemán, antes de que lo echaran de la dirección de la Academia por falta de fascismo–. Creemos que “fascista” es un sustantivo o un adjetivo. Pero resulta que no, que es un pronombre. Los pronombres los manejan los demás. Uno puede vigilar sus adjetivos y sus sustantivos. Pero los pronombres vienen de fuera y hay que resignarse a recibirlos. “Fascista” vale tanto como decir “el otro”.
Para Muñoz Molina, por ejemplo, “el otro” es César González-Ruano, sólo porque fue un dandy con esqueleto de palo que tuvo la suerte de no estar en casa cuando los milicianos fueron a buscarlo para medírselo... por fascista.
–El “fascismo” es un casino cuyas listas administran los del casino de enfrente.
Con la cibercheka anunciada, es el periódico global en español el que se dispone otorgar los nombramientos de “fascistas”, con sus rehalas de sabuesos adiestrados para seguir por las cavernas el rastro de la reacción.
–Los reaccionarios –dijo certeramente Gómez Dávila– les procuramos a los bobos el placer de sentirse atrevidos pensadores de vanguardia.
A imitación de los acreditados CDR cubanos –chotas, para el vulgo–, escogidos membrillos de progreso pondrán su ojo izquierdo –“escopofilia”, dice mi psiquiatra que hay en eso– sobre los pasos literarios de los sospechosos de fascismo.
Técnicamente, el fascismo es el sometimiento del poder legislativo al poder ejecutivo, pero a semejantes vericuetos no descienden estos chotas, que prefieren quedarse en la superficie, donde uno se hace sospechoso de fascismo sólo por no troncharse de risa con la “gracia” vertida en la serie “Padre de familia” donde los guionistas hacen mofa explícita del hijo discapacitado –síndrome de Down– de Sarah Palin.
–Me buscaron en Madrid con la poca elegante idea de quitarme de en medio –cuenta Ruano en sus memorias–, idea a la que contribuyó con entusiasmo el diario “La Tierra”, a cuyo director y a cuyo redactor-jefe traté años después en París como si nada de esto hubiese existido.
Y el fascista era Ruano.