martes, 28 de enero de 2025

Los multimillonarios



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Que llegan los multimillonarios, quiso alarmarnos Biden en su despedida del Bidenato, ese mandato (en realidad, el tercero de Obama) en el que él sólo puso el nombre y la jeta y que ha dañado a la República, que ya andaba con muletas, bastante más que lo hiciera la Guerra Civil.


Quiero advertir al país sobre el poder concentrado en manos de unas pocas personas ultra ricas –dijo el “clown” imperial (que venía de otorgarle el mayor honor civil de la nación a George Soros), dando por inaugurada… ¡la oligarquía! en una nación que en las últimas presidenciales repartió a sus multimillonarios en una proporción de 83 que apoyaron a Kamala por 52 que apoyaron a Trump.


Normalmente no hay discontinuidad entre las oligarquías, nos dejó dicho Dalmacio Negro, apoyándose en Pareto y su “Tratado de sociología general” del 17: “Con sufragio universal o sin él, de hecho siempre gobierna una oligarquía”. Y en la clase política (la que nos come como sabañones) distinguió los “zorros” de los “leones” (a nosotros nos habrían tocado los mistolobos), con la metáfora de Maquiavelo en la mano. Pareto observó que las oligarquías, una vez cristalizadas como clases dominantes, confunden la sociedad política con el Estado, se separan de la sociedad civil como si fueran dos mundos distintos y devienen puras “elites extractivas”. ¡Voilà el 78!


El pueblo como tal jamás ha sido soberano político ni podrá serlo más que imaginariamente. Si nadie es soberano, el pueblo le entrega la soberanía política a la oligarquía de turno.


¿Qué tenemos aquí? Hace cosa de un siglo Ortega describió aquella Monarquía como “una sociedad de socorros mutuos que habían formado unos cuantos grupos para usar del Poder público (…); los grandes capitales, el alto Ejército, la aristocracia, la Iglesia, no se sentían nunca supeditados a la Nación”. Un historiador socialista, Ramos-Oliveira, hacía un quite oportuno: “Aquella desalmada clase social (la oligarquía) se sirvió siempre del anticlericalismo para desviar de los palacios y los bancos la iracundia popular: desde el siglo XIX las iglesias son en España el pararrayos providencial que salva a la oligarquía de las terribles consecuencias de las tormentas sociales”.


Nuestra oligarquía se parapeta hoy en el sanchismo, que acaba de proclamarse multimillonario con la adquisición (“pal’pueblo”) de la compañía telefónica, que no dará para tirar cohetes con Elon Musk, pero que permite a nuestros oligarcas ofrecer a los multimillonarios trumpianos un alterne de negronis a meñique levantado mientras comentan la última ocurrencia de Cuca Gamarra, nuestra madame de Staël: “Normalmente en las crisis aparece una mujer con fuerza; Kamala Harris ha revolucionado la política”. En cuanto al agit-prop anticlerical, tenemos la controversia del cura que no da la comunión al alcalde (¡en contra de la Constitución del 78!), que podría inspirar a Sánchez una ruptura cismática como la de Enrique VIII.


[Martes, 21 de Enero]