Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Al victorino Belador, el toro indultado por Ortega Cano en Madrid, hubo que echarle hasta un perro alano para sacarlo del ruedo, porque los cabestros no daban abasto. En cambio, al cuvillo Idílico, el toro indultado por José Tomás en Barcelona, pudo sacarlo el propio torero a golpe de muleta, como una toalla mojada, mientras los facultativos del Samur de los toros aguardaban impacientes para curarle al viejo tótem de la raza el pinchacito de la divisa.
Al revés de los maridos, la nobleza del toro está en “dejarse engañar”, como Idílico, y hoy, gracias a Tomás, Barcelona ya no es la plaza hosca y feroz donde la afición podía echarse a la calle a matar curas en protesta por el escaso trapío de los toros; Barcelona es la plaza amable y galana que incendia con sus pantalones teja y la estopa de sus melenas distraídas una tarde como las de la feria jerezana de la Vendimia. En esta feria, precisamente, fue testigo Pemán de una de las grandes fruiciones sentimentales españolas, la amnistía, con motivo del indulto del toro “Desteñido”.
–Esto es bonito, don José –le dijo el Séneca–. Porque fíjese usted que lo que el público ha pedido tan ardientemente es perder algo de su derecho; desquitar una “estocada” que entraba en el precio de la entrada. Pero lo más bonito de un derecho es que puede cederse. Esto es lo que ha hecho hoy el público. También él ha desconocido su poder. Como el toro, a gusto, “ha acudido al engaño”.
Los revisteros nos cuentan que, al escaquearse de la muerte, Idílico empleará el resto de sus días comiendo, bebiendo y divirtiéndose con las más bellas e ilustres vacas de la Bética, “verdaderas huríes de la zoología”, como diría Pepiño Blanco, el político que no pasó de primero de Derecho en Santiago, pero que ha puesto un blog para debatir sobre la calidad del semen de los españoles: véase en ese blog la diferencia que hay entre un hombre que aplica sus estudios a la política y otro hombre que busca en la política el medio de ahorrarse toda clase de estudios.
El negocio de la amnistía –la fruición sentimental de los españoles– se impondrá en la Fiesta. El año que viene, Tomás e Idílico se anunciarán juntos en el cartel y recorrerán los pueblos de su “tournée” como cuando en Francia se hacían corridas con prohibición de la última suerte.
–Los toros y los toreros –dice Julio Camba– iban juntos de plaza en plaza y se conocían entre sí a las mil maravillas.

