domingo, 22 de diciembre de 2024

Froilán



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


El beaterío progre ha afeado la presencia de Don Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, Froilán para el afecto popular, en los toros. Toreaba Enrique Ponce, que tuvo el buen gusto de brindarle al niño el toro al que cortó una oreja que el niño, con el mismo buen gusto, rechazó. Y es que las orejas modernas, más que orejas, parecen liebres, que en eso han venido a parar aquellas señales que, para recompensar una buena estocada, daban a los matadores: presentadas al cobro en el desolladero, al dinero contratado se le añadía en premio el precio de la carne del toro estoqueado.


Que sepa nuestra santa infancia que Enrique Ponce no es José Tomás, señor del toreo “emo”, ya que con la cosa de inmolarse anda por los pueblos “formando manicomios”, y si se dijera de locas no habría exageración, pues son las mujeres la presa más fácil de la emoción. Enrique Ponce torea en las grandes plazas y es, por obra y gracia de Carmen Calvo y Ansón, académico de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, con lo cual ir a ver torear a Enrique Ponce constituye un entretenimiento políticamente tan correcto como ir a la Real Academia a escuchar un discurso a Cebrián.


Froilán no acudió a ninguna galería a ver cómo el artista Guillermo Vargas Habacuc ataba en corto a un perro abandonado hasta su muerte por hambre y sed. Froilán acudió a una plaza a ver cómo el maestro Enrique Ponce lidiaba de poder a poder, con arreglo al viejo rito español, a un toro de Domecq. Que los toros son la fiesta nacional sólo lo niega el hombre que Esperanza Aguirre tiene para llevar los toros en Telemadrid. Los toros son nuestra fiesta y nuestro arte: en el ruedo no ha lugar a esa sansirolada de plantar un hierro retorcido en un jardín, y al lado, un cartel: “Obra de Arte. No subirse.”


Los toros, según Tierno, son el acontecimiento que más ha educado social y políticamente al pueblo español, pues el espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo:


Cuando al acontecimiento taurino llegue a ser para los españoles simple espectáculo, los fundamentos de España en cuanto nación se habrán transformado. Si algún día el español fuere o no fuere a los toros con el mismo talante con que va o no va al cine, en los Pirineos, umbral de la Península, habría que poner este sentido epitafio: “Aquí yace Tauridia”. Es decir, España.