Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Hay gente a la que, cuando está con los nervios, le da por pintar, cosa que saca de quicio a mi amigo Bonifacio. Y hay gente a la que, cuando está sin dinero, le da por escribir libros, lo que explica los escaparates de las librerías.
–Cuentan que en Trebujena una mocita se murió de la leyenda.
Ésa era la graciosa advertencia que la tía Inés, hermana del general Primo de Rivera, hacía al pequeño Pemán cada vez que lo sorprendía leyendo en el patio de la casa. A su hermano le había puesto un mote tremendo: “El loco Patria”. Y, según Pemán, este ambiente familiar que envolvía al generalote lo explicaba para el futuro: “Una locura patriótica y una ausencia de libros”. Como el liberalismo español, que, a diferencia del inglés, nunca ha sido ni filosófico ni optimista ni activo.
La actual campeona de nuestro liberalismo, simplemente Esperanza, ha escrito un libro para contar que no llega a fin de mes, confesión por la que luego ha pedido perdón sin motivo, pues se trata de su más honda declaración política hasta la fecha. Para coquetear con la demagogia, si los populistas iberoamericanos, como el ecuatoriano Correa, prometen por Castro bajarse el salario, los liberales españoles, como la madrileña Esperanza, prometen por Snoopy que no llegan a fin de mes. El justo medio sería el grito de Evita en el balcón de la Casa Rosada:
–...¡Y ahora, todos a coro, maldecid conmigo a las cien familias que explotaron a la Argentina durante dos siglos!
Ante la necesidad de llegar a fin de mes, la tesis de Cánovas:
–Hemos de vivir trampa adelante, como hidalgos arruinados.
Tesis que, según los expertos, nos llevó a acuñar casi doscientos millones de duros en plata entre los años 1878 y 1898, provocando a continuación, con la falsificación de la moneda, el conflicto de los duros sevillanos, fuente de tanta inspiración para la copla.
Yo creo que, con su precario fin de mes, Esperanza viene a ser, como decía el otro, ese “hombre franco” de toda la vida, que suele ser un señor con independencia económica y con pujos nobiliarios que tiene la genialidad, que todos le toleran porque son “sus cosas”, de encontrarlo todo mal y decirlo todo claro. Por ejemplo: “No llego a fin de mes”. Que en ella quiere ser advertencia de que aquí, con un gobierno rojo, ni las marquesas llegan a fin de mes. No se olvide que lo que llamamos “franqueza” deriva del vocabulario político de los griegos, la “parresía”, que designaba el derecho del hombre libre a decir abiertamente todo lo que piensa y que tenía valor como signo de verdadera democracia. Si la presidenta no llega a fin de mes, no llega a fin de mes. Y punto.