Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Habituado al Consenso (discurso único y opinión unánime), el rojo de red social anda decaído porque el rico Elon Musk se ha comprado Twitter, ese Speakers’ Corner de la progresía universal, y por divertirse (además de dinero, Musk tiene sentido del humor) abre la puerta al facha de secano para animar el palenque. En lenguaje freudiano traducido por Steiner: “Si el coito se puede esquematizar como diálogo, la masturbación parece ser correlativa a la pulsación del monólogo”.
El Twitter de Vijaya, la censora con más brazos que Shiva, Brahma y Vishnu juntos para cerrar cuentas de tuiteros recalcitrantes, era monólogo, y el de Musk pretende ser diálogo… y de pago.
–To all complainers, please continue complaining, but it will cost $8 –ha dicho Musk.
Estamos donde nos dejó el Totó de Pasolini, con sus “Uccellacci e uccellini”, la lucha de clases explicada por un cuervo marxista que dividía a la Humanidad en pajarracos y pajaritos.
Los planes encaminados a destruir las libertades de una gran comunidad, escribió Hamilton, requieren tiempo: “Un ejército bastante numeroso para amenazar esas libertades sólo podría formarse mediante incrementos progresivos, y eso supondría una larga e ininterrumpida conspiración. ¿Sería probable que esta conspiración llegara a existir?”
Pues todo indica que ha existido, con las Big Tech al servicio de los “federales” y los “cíos” privados de Obamaworld, para escándalo de nadie, a excepción, excéntrica en estos tiempos periodísticos, de Tucker Carlson, que se atreve con todos los toros.
Elon Musk no es un “founding father”, pero, al hablar de libertad de expresión, lo parece, y sólo con eso ya se erige en un gran detector de tontos en Europa, donde la cabra siempre tiró al monte. Ahí están los liberalios (liberalio es un pavitonto con un reglamento en la mano) Guy Verhofstadt y Thierry Breton.
–Un hombre es dueño del debate más grande del mundo... ¡La necesidad de reglas es más grande que nunca! –ha dicho Guy.
–En Europa el pájaro volará de acuerdo a nuestras reglas –ha dicho Thierry, un Romanones de meñique levantado (“haced vosotros las leyes y dejadme que yo haga los reglamentos”, fue el resumen que nuestro cazurro conde liberalio hizo de la Restauración, cuyo reflejo es hoy Bruselas).
A Breton, cuyo TL parece una parodia de la filmografía de los Marx (Bretón en la ópera, Bretón en el Oeste, Bretón en Casablanca: ¡el Twitter que le gusta!), hay que decirle lo que Manolo el del Bulto, papá de Manolo Caracol, espetó en el andén de Atocha a la locomotora que al resoplar le lanzó al pasar un chisguete de vapor: “¡Esos c…, en Despeñaperros!”
Guy, Thierry, ambos con nómina caponera de Bruselas: esos c… con el pajarito de Musk, reservadlos para la estrella de la Otan. Que aquí, peores que los del bracín o puñito en alto, sois los del meñique tieso, con vuestros reglamentos “Arias Salgado” sobre la libertad y el libertinaje.
[Viernes, 4 de Noviembre]