viernes, 10 de julio de 2020

Contrapeso


"Checks and balances"


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Apenas salimos del funeral de Estado y ya estamos de nuevo en el Estado de Derecho.
    
El periodismo es el contrapeso del Estado de Derecho –dice Casado, jefe de una de las derechas españolas.
    
Y uno, que es periodista, se descubre dando vueltas en el mecanismo relojero ideado por ese doctor Franz de Copenhague que es Montesquieu para asegurar la libertad que en España, por culpa del Estado, hemos conocido poco, por mucho que los colosos del periodismo nos canten, como niños de San Ildefonso, los “checks and balances” de Hamilton.
    
¡La separación de Locke, el equilibrio de Bolingbroke y la balanza de Montesquieu!
    
Ser contrapeso del Estado de Derecho es serlo de una tautología, pero al oír a Casado se siente uno, por un rato, como la manzana de Newton o el mármol de Miguel Ángel.
    
El periodismo oficial siempre fue la rama del Poder que se ocupa de hacer que todos los atropellos del Estado, que en España es el Gobierno, parezcan un accidente.
    
Somos lo que comemos (“der Mensch ist was er isst”), enseña el elegante epigrama de Feuerbach, y si los leones del poeta Basterra eran corderos asimilados, los periodistas del Estado de Derecho somos secretarios asimilados. Por eso admiro de los ingleses que sean lo imprescindiblemente ladinos para no tener Estado, al contrario que nosotros, que somos ladinos sin medida, el animal ladino definido por Nicolás Ramiro Rico como “animal locuaz que piensa por mor del pienso”.
    
Ya sabemos que, al defender un periodismo de Estado (¿qué Estado no será de Derecho?), Casado no defiende el periodismo, sino el Estado, que le paga las nóminas. El gobierno del Estado, por el Estado y para el Estado. Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado. Que no otra cosa es el Consenso. ¡El poder del Consenso! El Consenso como contrapeso vendría a ser el contrapeso del “poder electoral” que se sacó de la manga Bolívar para balancearse en su tela de araña.
    
La guerra cultural de la libertad siempre ha estado perdida.