Gustavo Bueno
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con mascarilla o cebadera se dicen cosas que no se dirían a cara descubierta, y el ministro de Cultura, filósofo del Derecho por la gracia de Dios, ha dicho:
–La cultura es un pilar del Estado de Derecho, junto a la educación y la sanidad.
Olvidémonos del “Rechtsstaat” de los Carlos alemanes, Welcker (que lo inventó), Von Bar o Schmitt. Olvidémonos incluso de Elías Díaz y sus cómicas doscientas páginas sobre que “no todo Estado es Estado de Derecho”:
–Por supuesto es cierto que todo Estado crea y utiliza un Derecho. Y, sin embargo, decimos, no todo Estado es Estado de Derecho; la existencia de un orden jurídico, no autoriza a hablar sin más de Estado de Derecho. Designar como tal a todo Estado sólo lleva al confusionismo.
Para Uribes, que así se llama el ministro, que me cae bien porque me recuerda al Pultofagónides de Plauto, los pilares del Estado de Derecho son la cultura, la educación y la sanidad, pero entonces ya no hablamos del Estado burgués de Derecho de Schmitt (lo político y lo jurídico son sus elementos), sino del Estado fascista de Ramiro Ledesma, que es donde abrevan desde el ministro Uribes hasta la Premio Nacional de Narrativa Cristina Morales (Premio Injuve en el marianismo por plagiar el “Discurso a las juventudes de España”), pasando por el culto al Estado de todos los intelectuales de Ciudadanos. Los medios hacen el resto: Abascal, que viene de Gustavo Bueno, es fascista. Uribes, Morales y la intelectualidad centrista son… liberales. Y se comen los garbanzos.
–Sin cultura no hay tensión del espíritu –dice Ledesma en su Manifiesto–. El único intérprete de cuanto hay de esencias universales en un pueblo es el Estado.
La Malraux de Almeida, ese hombre cuyos cuerpos de elite reventaron la misa de Resurrección en San Jenaro, ofrece en sus Domingos Culturales un especial Bukowski, que es lectura quinceañera y autor que traducía mi amigo Jorge Berlanga cuando se quedaba sin dinero. Y sin saber que estaba levantando un Estado de Derecho.