jueves, 20 de febrero de 2020

Los primeros octavos


Francisco Javier Gómez Izquierdo

Se acepta que esta temporada al Atlético de Madrid se le ve espesote, sin vistosidad, agarrotado, sin puntería en la delantera y desacostumbrados despistes defensivos. Téngase todo esto y más por cierto, pero aún con tanto lastre el Atleti compite como nadie y resulta uno de los rivales mas incómodos y desasosegantes de Europa. Simeone ha ido esculpiendo una obra seria y académica a la que un año con otro azotan demasiadas inclemencias económicas, pero siempre queda el admirable espíritu del autor. Simeone lleva casi una década al frente del Atleti y ha visto cómo hombres a los que transformó en decisivos mudaban de señor y de soldada, en teoría a mejor. Trasteando el modo de incomodar al entrenador y mientras le quitan a Griezzman ó Godín, los que dicen saber del asunto llevan tiempo difundiendo la especie de que cuenta con una sensacional plantilla capacitada para ganar la Liga y hacer buen papel en Europa. Un servidor cree que la Liga española sólo puede ganarla otro si el Madrid y el Barcelona se empeñan en perderla, y por lo que respecta a Europa, Simeone ha puesto al Atlético a vivir en la zona residencial de las élites sin el glamour que da la calidad exagerada de éstas. Glamour tiene el Liverpool con Mané, Salah y Firmino; glamour tiene Kloopp, que como Simeone se tiró siete años de descomunal trabajo en Dortmound y no necesitó ganar la Copa de Europa para alcanzar la debida consideración. Kloopp le quitó al Bayern dos ligas. Simeone, una a Madrid y Barça y a pesar de la sensación particular de un servidor de que quizás no se pueda mantener durante más de cinco años la tensión competitiva que exigen estos dos monstruos del banquillo no me queda más que admirar y aplaudir su capacidad. El partido que tan temprano los emparejó en Champions garantizaba espectáculo, pues era seguro que no iban a faltar ni emoción ni intensidad, dos cualidades imprescindibles. Los errores, parte indispensable para también conmovernos, puede que no sean reglamentarios en fase tan decisiva, pero a Morata yo creo que no hay quien lo cambie. Este chico nos amargó a los cordobesistas cuando jugaba en el Castilla de pareja con Jesé y arrancaba por la izquierda poderoso y veloz. “Éste va para figura. Va a ser la leche”, decía un servidor... pero ahora parece angustiado y como con ansia de hacer historia con el gol. Tiene brozas incomprensibles que se tiene que sacudir si no quiere desesperar a los suyos. ¿Y qué decir de ese mirar y agitarse tan desquiciado por “tontás”?

      El 1/0 es más bueno que malo y la vuelta en Liverpool será también espectacular.  A estos octavos se ha subido el Atalanta, del que se haría partidario Johan Cruyff si viviera, por dos motivos: por su vocación de ataque y por el nombre, como le oí decir hace años de Ademir, uno de sus porteros favoritos,”.. por lo bonito que suena”. Creo que en el 4/1 al Valencia, además del acierto de los de Bérgamo, tiene mucho que ver la caraja defensiva de los valencianos, en los que se notó en demasía las ausencias de la pareja Garay-Gabriel Paulista y sobre todo una intensidad que, yo al menos, eché en falta. El Atalanta puede que se vea poderoso porque se alimente con leche de osa, pero la parte de atrás me pareció harto vulnerable y no descabellada la remontada en día de puntería de Maxi, Rodrigo, Guedes y este Fran Torres del que espero su glorioso día de consagración. Como espero en el Atleti el de Joao Félix en un año que parece propicio para la juventud. Ahí está Haaland, que con 19 años ya parece bendecido y se atreve a intimidar a Neymar y Mbbappé juntos. Estos podrán con él y su Borussia en París, pero les va a costar lo suyo. En el Leipzig el goleador es Timo Werner que anda en los 23 y ya es el delantero centro de Alemania. Su gol al Tottenham de un Mourinho al que le falta su Messi (Keane) y su Mbappé (Son) pone en franquicia el pase a cuartos, pero me da que los ingleses no han dicho la última palabra.


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