Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Que España funcione, dijo Gonzalón en el 82, y se llevó 202 diputados, pues “funcionar”, para él, era vestir de Loewe a los descamisados de Guerra, nuestra Evita.
Que nos manden el dinero de la beca a casa, dice Pablo Iglesias en el 14, y se puede llevar en el 16 otro saco de diputados, porque “funcionar”, para este hombre, es que el becario no tenga que acudir por el dinero “a ceremonias propias de otro siglo”, como le ocurrió a él con Blesa.
–Eso dejará de ser así cuando Podemos gobierne.
Frente el insufrible tabarrón de Cayo Lara con la democracia (un comunista impartiendo doctrina democrática es como un cura preconciliar impartiendo pedagogía sexual), Pablo Iglesias va al grano, que es la beca, o sea, el dinero de bolsillo, que te lo traen a casa y que a nadie mancha.
–No siento que pueda contagiarme de gérmenes cuando toco el dinero –contesta en el 75 Andy Warhol, para quien el dinero sólo significa amnistía y libertad, justo lo que el comunismo español pide por las mismas fechas–. El dinero posee una cierta forma de amnistía. Al tocarlos, siento que los billetes de dólar se vuelven limpios. No sé dónde han estado, quién los tocó y con qué; todo eso se borra en el momento en que los toco.
El toque (pedir dinero, en jerga taurina) es de gran tradición marxista, cuyo fundador vivió con la familia treinta años en Londres luchando contra el capitalismo con los beneficios de la fábrica que en Manchester tenía su pagafantas, Engels, un buen hombre al que Madina cita mucho en sus artículos de fondo.
–¿Por qué no intentas acumular algo de capital, en lugar de escribir sólo sobre él? –fue la única objeción de su madre, harta de tener que andar por casa escondiendo el monedero.
La justicia poética, que ya es la única verdadera, viene en adorno de Pablo Iglesias, que tiene la suerte (para su buen marketing y mejor glamour) de que su Engels se llame… Monedero.
Resumido en una camiseta: “Quien se muere con más juguetes, gana”.