martes, 17 de junio de 2014

Majos



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Cuando Camba, que nunca fue republicano ni demócrata, volvió a España, que estrenaba República, en la hoja de desembarque, como motivo del viaje, puso: “Solicitación de un alto cargo”.
    
Camba se sentía ninguneado porque su nombre era el único que no figuraba en la nueva lista de embajadores de España, compuesta de escritores muy buenos y muy malos, escritores de gran prestigio y escritores muy poco prestigiosos, escritores muy liberales y escritores con un liberalismo de quince días.
    
Algo de eso se da hoy en España, donde mucho escritor de periódico se dice republicano, muletilla que define lo que Del Bosque, hablando de sus futbolistas derrotados por Holanda, llamó “el discurso majo”.

    “Majo” y “maja” es una cosa que en la intimidad dice mucho Zapatero, ese campeón del igualitarismo cuya majeza le lleva a pedir que la Constitución reconozca “la singularidad” (?) de Cataluña, a la que Del Bosque, por cierto, favorito del piperío en las encuestas para presidir una República, ya reconoció su “derecho a decidir” (?).

    Así que los catalanes se dicen singulares como mi dentista se dice agnóstico (en cuanto oigo lo de “yo soy agnóstico” ya sé que me va a cobrar) o cualquier columnista se dice republicano, que es la instancia que se echa para la solicitación de un alto cargo a la española, es decir, con majeza republicana.
    
Esta majeza republicana es audaz, por tuitera. Que si lo racional… (¿Pero no dice Hegel que lo real es lo racional?) Que si la guillotina… (¿Pero no saben que al rodar la cabeza del Capeto los vivas jacobinos no fueron a la República, sino a la Nación?). Que si la modernidad… ¿Un “shock” de modernidad? Cada vez que oye a un progre prometer la modernidad, el españolejo se tienta la ropa, porque la modernidad, para él, es la parienta con un catálogo de Murelli diciendo que va a modernizar la cocina del adosado.

    Y, hombre, ya puestos, aquí lo que habría que justificar es el adosado, no la catedral de Burgos.