miércoles, 4 de junio de 2014

El Rey




Ignacio Ruiz Quintano
Abc

       Los tiempos corren tanto que en poco más de un año hemos visto renunciar a un Papa y a un Rey, dos títulos que auparon a Europa a la cumbre cultural del mundo.

    Como español que no puede ser otra cosa, hay que sentirse monárquico por muchas razones culturales y una razón utilitaria: aquí la Monarquía siempre amparó a los republicanos, pero la República nunca toleró a los monárquicos.

    Me dio la noticia de la renuncia, por teléfono, ante un semáforo en rojo, una amiga monárquica:

    –¡El Rey ha abdicado! ¡Qué horror, qué horror!
  
Le dije que no tenía que ver la noticia de esta renuncia con la de su abuelo, aquélla que Foxá recibió en Bulgaria:
  
Me dio la noticia un judío. Me dijo que habían derribado a la Monarquía. Vi la venganza contra los Reyes Católicos.
  
En realidad fue un caso de mala suerte, y a los pueblos no les gustan los Príncipes con mala suerte, como Franco dijo a Pemán, en cuya familia hubo un viejo mozo de comedor que siempre estuvo seguro de que Don Alfonso acabaría desterrado, no por errores políticos, sino por la “jettatura” de su número 13.

    Gracias a Dios, Juan Carlos I ha sido un Rey con buena suerte.
  
Vale que los tiempos corren, pero la renuncia del Rey muestra que en España los regímenes y los reinados duran dos generaciones: el tiempo que empleamos en hacer un capitalito (económico, pero también moral) más el tiempo que tardan nuestros hijos en dilapidarlo. Después, “tabula rasa”, estreno de régimen, amnistías generales y volver a empezar. Es la mentalidad católica del pecado y el arrepentimiento (reseteo) aplicada a la política.

    –Una nueva generación reclama por justa causa un papel –dijo el Rey.
  
Y no miraba a la calle de Ferraz, donde el viejo socialismo de Puerto Hurraco permanece fiel a Rubalcaba, pero el joven “socialismo Benarroch” (y yo creo que Benarroch misma), con todo el pijerío salamanqués (distrito madrileño), vota a Pablito Iglesias, el tipo que emocionó a Spielberg con su coleta y una bicicleta.