domingo, 16 de febrero de 2014

Democracias sureñas





Francisco Javier Gómez Izquierdo

A Rafael Gómez, Sandokán, le bajó el día de los enamorados una sentencia con multa millonaria por asuntos municipales que él creía resueltos con su amiga Rosa. Empezó a bramar y aún no ha acabado.

     Para los no avisados, sepan que Sandokán era un joyero que se metió a constructor con la bendición del Ayuntamiento cordobés, la Junta de Andalucía y la Cajasur, que dicen era de los curas, pero que en el Consejo de Administración se sentaba mucha gente de progreso, conforme al parecer es preceptivo por porcentajes de los votos.
    
Rafael Gómez hizo cosas en la costa de Málaga poco legales con papeles de conformidad firmados por alcaldes costasoleños. Lo metieron en el juzgado, pero antes había levantado unas naves de más de 40.000 metros cuadrados que más parecían hangares de flota de aviones que almacén de coloniales. No hay que ser muy listo para comprender que tamaña construcción no se acaba de un día para otro en una ciudad. Según cuenta Sandokán, doña Rosa Aguilar no le paralizó las obras, y es cosa evidente, sino que le prometió arreglar, vulgo legalizar, las ya famosas naves de Colecor. “Rosa Aguilar era amiga mía y venía a mi “charlé” del Brillante a “jartarse” de  pescáito de Málaga”.
 
Como no había manera de explicar la falta de permisos en terreno vedado, doña Rosa se enemistó de repente con Rafaé -luego lo haría con todos sus colegas comunistas- y le puso una multaza de 25 millones de euros por construir sin licencias en zona rústica. Sandokán no se arredró y se metió a político teniendo causas pendientes en los juzgados. Fundó un partido, UCOR, que fue el segundo más votado en la capital. Por delante de IU y el PSOE. Ya ven ustedes el compromiso de los ciudadanos contra la corrupción.

     Sandokán pretendía la mayoría absoluta para arreglar lo suyo, pero no pudo ser. Ganó la alcaldía un joven formal y con estudios, José Antonio Nieto, al que no se cómo no  han llamado para presentarse a la Junta, y al que los antiguos colegas de doña Rosa le exigen cobrar la multa y  no está claro si derribar las naves. La desfachatez de los comunistas en Córdoba alcanza límites tan insospechados que al final no se van a votar ni ellos.

     El caso es que el alcalde ha dicho esta mañana sensatamente que Rafael Gómez no tenía que haber sido nunca concejal y que hay cosas en la democracia que habría que revisar, como por ejemplo educar a los votantes.

     Sandokán sigue a lo suyo: “...Rosa Aguilar es la mujer  más mala del mundo. Le dijo mi señora en el AVE que la tenía que dar una paliza” “...hay cosas que no se hacen a un empresario trabajador y menos a un amigo, porque cuando había que comprar un cuadro o traer la Vuelta a Córdoba qué gran amiga mía era”. “..Habrá que buscar en el fondo del mar los 20 millones, porque yo no los tengo”.
    El alcalde que sustituyó a Rosa Aguilar, el señor Ocaña, ponía en los presupuestos unos ingresos de 25 millones a cobrar por multas para que la Cajasur firmara créditos. El alcalde de hoy sabe que ni 20 ni 25. Que hay dinero con el que no se puede contar. Mientras tanto Sandokán, condenado en varias provincias, vocea y gesticula mientras prepara su asalto democrático a la alcaldía de Córdoba, llamando hermanos a los cordobeses.