Hughes
Abc
Parece que Ancelotti tiene en cuenta al público, es un míster democrático, así que no se guardó a Bale, que es Giggs más Beckham con una zancada que no veíamos desde Rivaldo. Sale en la tele y parece retro. Todo lo que sucede a su lado adquiere la elegancia pop de los sesenta británicos, pero sin nada airado. Es como un montaje publicitario en el que al Madrid le pusieran un Best o un Charlton. Tiene el disparo de Puskas y la velocidad de Gento, claro que al cántabro no lo ponían a pierna cambiada.
Con la reinvención Tata del Barça, el bajón de la selección y este híbrido del Madrid parece que en España se están desdibujando los estilos hacia una especie de inconcreto chapoteo en tres cuartos. El Madrid concedió cuatro ocasiones en veinte minutos. Pereira y Trigueros (inevitable la idea del revuelto) llegaban como si Modric e Isco (las hilanderas) no quisieran volver. Diego López se lanzó a recibir un disparo como un guardaespaldas fidelísimo, con estampa de dos de mayo (López vive siempre un dos de mayo). Marcó Cani y la ceja de Ancelotti dibujó un arco gótico.
Carvajal llega más que Arbeloa, lo que no es difícil y Nacho es un canterano bello que junto a Bale formaría una banda pulquérrima digna de vestir de Paul Smith. Illarra me gusta. Tiene la zancada alegre y ante la presión (ese bicho táctico) presenta primer toque, desplazamiento y conducción. Las tres gracias del centrocampista. La inteligencia se le ve en la disposición del cuerpo.
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