LLEGADA DE SÁNCHEZ MEJÍAS A MADRID
A las cinco y media de la madrugada del domingo llegó a Madrid un automóvil, que se cruzó en la carretera con la ambulancia que conducía al diestro Ignacio Sánchez Mejía desde Manzanares a Madrid.
Informaron los ocupantes del auto que el valiente torero venía muy animado y fumando a ratos y que la cornada fue en el muslo derecho.
En el sanatorio del doctor Crespo, donde estaba todo preparado para recibir a Sánchez Mejía, esperaban su llegada algunos revisteros taurinos y muchos amigos.
Al torero herido acompañaba desde Manzanares el doctor Pacheco, que tuvo que aplicarle en distintas ocasiones inyecciones para reanimarle, pues sufrió dos colapsos. Como había perdido gran cantidad de sangre, su estado era de gran debilidad.
En cuanto llegó al sanatorio fue instalado en la habitación que se le había preparado, dándose aviso al doctor Segovia.
Al sanatorio acudieron infinidad de amigos de Ignacio, toreros y periodistas, pero nadie pudo visitarle, porque se dieron órdenes rigurosísimas de que no se hablara con el herido.
A las cinco y media de la madrugada del domingo llegó a Madrid un automóvil, que se cruzó en la carretera con la ambulancia que conducía al diestro Ignacio Sánchez Mejía desde Manzanares a Madrid.
Informaron los ocupantes del auto que el valiente torero venía muy animado y fumando a ratos y que la cornada fue en el muslo derecho.
En el sanatorio del doctor Crespo, donde estaba todo preparado para recibir a Sánchez Mejía, esperaban su llegada algunos revisteros taurinos y muchos amigos.
Al torero herido acompañaba desde Manzanares el doctor Pacheco, que tuvo que aplicarle en distintas ocasiones inyecciones para reanimarle, pues sufrió dos colapsos. Como había perdido gran cantidad de sangre, su estado era de gran debilidad.
En cuanto llegó al sanatorio fue instalado en la habitación que se le había preparado, dándose aviso al doctor Segovia.
Al sanatorio acudieron infinidad de amigos de Ignacio, toreros y periodistas, pero nadie pudo visitarle, porque se dieron órdenes rigurosísimas de que no se hablara con el herido.
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano
