A MANZANARES SIN SU CUADRILLA
Toreando el viernes en Huesca, dispuso el diestro que su cuadrilla saliese para Pontevedra, con objeto de que la gente estuviera descansada para la corrida del domingo, toda vez que se le había dicho que a Manzanares iría la cuadrilla de Ortega. Pero algo debió pasar por la imaginación de Sánchez Mejía, porque minutos antes de salir de la mencionada capital de Aragón dio orden de que los banderilleros Mella y Blanquito se quedasen para salir con él, como se efectuó, para Madrid. El viaje hasta Zaragoza fue completamente feliz, pero en dicho punto sufrió una avería el motor del coche, y el diestro subió al tren dejando allí a sus banderilleros. Estos se empañaban en ir a Manzanares a todo trance, y él les contestó: “No ser tontos, yo os agradezco vuestro deseo que sé no es egoísta, puesto que mi cuadrilla, toree o no, cobra todas las corridas en que yo intervenga”. Mella y Blanquito insistieron entonces en ir a Manzanares como espectadores, contestando Ignacio: “Por dignidad artística, tampoco lo podéis hacer, pues no van a estar mis banderilleros en un tendido y yo toreando con la cuadrilla de otro diestro”.
Al llegar Ignacio a Madrid y disponerse a salir para Manzanares se enteró de que la cuadrilla de Ortega no iba a dicho punto, y que en su lugar actuarían los banderilleros el Niño de la Audiencia, Manfredi y el Sapo de Huelva. Ello le contrarió, únicamente por parecerle una falta de formalidad, pero al ver llegar a los picadores de Ortega exclamó:
-Menos mal que me envían la gente de a caballo.
LAS TAURINAS DE ABC
Toreando el viernes en Huesca, dispuso el diestro que su cuadrilla saliese para Pontevedra, con objeto de que la gente estuviera descansada para la corrida del domingo, toda vez que se le había dicho que a Manzanares iría la cuadrilla de Ortega. Pero algo debió pasar por la imaginación de Sánchez Mejía, porque minutos antes de salir de la mencionada capital de Aragón dio orden de que los banderilleros Mella y Blanquito se quedasen para salir con él, como se efectuó, para Madrid. El viaje hasta Zaragoza fue completamente feliz, pero en dicho punto sufrió una avería el motor del coche, y el diestro subió al tren dejando allí a sus banderilleros. Estos se empañaban en ir a Manzanares a todo trance, y él les contestó: “No ser tontos, yo os agradezco vuestro deseo que sé no es egoísta, puesto que mi cuadrilla, toree o no, cobra todas las corridas en que yo intervenga”. Mella y Blanquito insistieron entonces en ir a Manzanares como espectadores, contestando Ignacio: “Por dignidad artística, tampoco lo podéis hacer, pues no van a estar mis banderilleros en un tendido y yo toreando con la cuadrilla de otro diestro”.
Al llegar Ignacio a Madrid y disponerse a salir para Manzanares se enteró de que la cuadrilla de Ortega no iba a dicho punto, y que en su lugar actuarían los banderilleros el Niño de la Audiencia, Manfredi y el Sapo de Huelva. Ello le contrarió, únicamente por parecerle una falta de formalidad, pero al ver llegar a los picadores de Ortega exclamó:
-Menos mal que me envían la gente de a caballo.
LAS TAURINAS DE ABC
EDICIONES LUCA DE TENA, 2006
Ignacio Ruiz Quintano