Toñi Moreno
Hughes
Abc
Lo de Toñi Moreno es como escuchar a Susana Díaz en una asociación de amas de casa, pero uno se podría pasar la tarde zapeando con ella y Paz Padilla. Es cierto que Toñi roza ciertos límites, pero imaginemos lo que sería su programa con Isabel Gemio; entendamos lo que le ha costado a Mercedes Milá su actual naturalidad; recordemos cómo J. J. Vázquez chirría en el formato «Hay una cosa que te quiero decir». En la empatía televisiva no se puede llegar más lejos de lo que llega Toñi, que consigue una fluidez radiofónica. Junto a ella, el gran atractivo del programa es esperar a que alguien llame y ofrezca un trabajo. Si actualmente hubiera «Un, dos, tres», el chalet de Torrevieja sería el curro. La gente llama y ofrece cuatro mil duros, pero lo del empleo es como el bote de «Pasapalabra».
Al programa se le puede tachar de aburrido, claro, pero parece absurdo criticarlo por conformista, por no intentar la justicia social. ¡Lo que le faltaba a La 1, un magacín justiciero por las tardes! La televisión ya tiene bastante con entretener, pero además, ¿qué tiene de malo la caridad? Decía Pascal que la justicia cambia como el gusto, como la moda, pero si lo pensamos bien la caridad no, la caridad es invariable. Y yo, la verdad, es que a todo lo eterno lo miro como a las cosas de marca: de otra forma.
La caridad está muy mal vista, pero es ofrecimiento, humildad, mirada, es religarse, acercarse al otro. A mucha gente le molesta que la pobreza pueda ser conciliatoria porque es su McGuffin ideológico (¡el pobre es mío!).
Parece que la socialdemocracia pusiera al Estado como velo sólo por el horror que genera lo caritativo. Se desea una ayuda sistematizada, mediada por el Estado, impersonal. Entendiendo su inutilidad económica, obviando su dimensión religiosa, la caridad es acercamiento, entendimiento, acción (¿era Unamuno quien decía que era esperanza en acción?).
Parece a la moral lo que el kitsch al arte (ese rastrillo solidario…), pero quizás es porque la estamos mirando mal. El siglo XX ha rehabilitado filosóficamente la caridad y ahora Toñi Moreno la quiere devolver a la televisión. A la hora anciana en que Mila Ximénez se desgañita.
Parece a la moral lo que el kitsch al arte (ese rastrillo solidario…), pero quizás es porque la estamos mirando mal. El siglo XX ha rehabilitado filosóficamente la caridad y ahora Toñi Moreno la quiere devolver a la televisión. A la hora anciana en que Mila Ximénez se desgañita.