miércoles, 21 de noviembre de 2012

Ruperta



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Antes de este movimiento cultural, o segundo Renacimiento, que vemos en todas las cadenas, la TV era el 1, 2, 3… de Chicho, donde los españoles concursaban en pareja para jugársela a todo, un piso, o nada, una calabaza de nombre Ruperta.
    
La crisis, pues, es esa Ruperta que jugando a pillar un piso le ha caído a España, y hasta Savater, nuestro Voltaire de los chinos, juega a Don Tacañón poniéndose al frente de la Santa Compaña contra el desahucio.

    Ya lo dijo Pilar Bardem el día de la general:

    –No les interesa un pueblo culto porque eso supone un pueblo libre.
    
Y es que a la Pasionaria del Sur le han dado y quitado en vida, y en Sevilla, no un piso, sino una calle entera, que ahora, por votación vecinal, ha ido a parar a Nuestra Señora de las Mercedes, con el consiguiente berrinche laico.

    Pobres cómicos.

    Luis Calvo se enteró de la proclamación de la República en un tren suizo y en compañía de Chaplin, al que se traía a Madrid luego de entrevistarlo para ABC. Ante la noticia, Chaplin, que iba (venía) tan pichi, tuvo la vis cómica del gran sir que llevaba dentro y pegó la “espantá”.
    
El Chaplin del segundo Renacimiento español sería Carbonell, que el día de la general tuiteó al ministro del ramo cultural en los siguientes términos (pero con todas las letras): “Mañana tengo que subir el telón y el 21% para el gobierno. Voy a decírselo claro a Wert: me c… en tu p… madre!”.
    
Y eso que aún no se conocía el plan mariano de vender pisos al extranjero.

    –¡Pisos para los extranjeros! –gruñe el español con el mismo frunce que antes gruñía “¡Pisos para los pobres!”

    El piso para el extranjero, y para el español, la Ruperta y un ejemplar del “Martín Fierro” revisado por Valdano para sacar a Florentino Pérez brincando sobre un cimarrón, God Save the Mou!