Lázaro está contento. Atapuerca le recuerda a su tierra porque es un espacio abierto, semejante a las llanuras de Tanzania. No así Burgos, llena de edificios altos en los que no imaginaba que vivieran personas. Ahora reside con sus compañeros en una casa rural de Olmos, pero después convivirán con familias burgalesas. Habrá tiempo para recorrer la provincia, visitar la fábrica de Pascual en Aranda de Duero (los masai son grandes consumidores de leche) y ver ese mar que aún no conocen.