Kerenski saluda a la tropa
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El caso Karanka no es el caso Kerenski, pero es un caso.
Karanka es la Soraya de Mourinho, y, técnicamente, lo hace igual de bien que la de Rajoy, aunque el periodismo busca otra cosa.
Tenemos la despedida de Pep, convertida en otro entierro de Tierno por un periodismo que corrió a tenderle a Karanka una trampilla saducea: “¿Qué será de la Liga sin Pep?” Contestación: “La Liga es la Liga con y sin Pep, con y sin Mourinho…”
El chequismo eliminó la parte de Mourinho y apaleó a Karanka por atreverse a pasar ante el tótem de la tribu progre sin hacer las reverencias de rigor “y hasta hay quien dice que con las manos en los bolsillos”.
No se puede hacer astillas de un poste totémico sin que los salvajes (en la socialdemocracia, los tontos) crean que se ha agraviado a la divinidad.
Fútbol es fútbol, pero la anécdota con Karanka (“trending topic” del día) reproduce fielmente el dibujo político-cultural de España, que es esta socialdemocracia consistente en la diaria comunión obligatoria con ruedas de molino y que se vale del periodismo deportivo, intelectualmente indigente (no miro al gagman de los mendigos), para distribuir entre los pobres sus grageas ideológicas.
Cappa ahoga a Pep en ditirambos que los dioses consumen a dos carrillos, comparando a sus adversarios (¿mourinhistas?) con “los economistas neoliberales, que no tienen en cuenta a las personas”.
Zapatero, agradecido por las confidencias íntimas de Pep (“Alves es la fuerza, Busquets es la majestad…”), concluye:
–Pep merece todo mi respeto.
Es la España progre, cursi y sentimental (sin dejar de ser canallita), que nos hemos dado.