sábado, 5 de mayo de 2012

De la imposibilidad de apretar las tuercas de los submarinos




El Estado supone que hay una bolsa de dinero negro enorme en España y que hay que hacerla aflorar con planes antifraude y amnistías fiscales; vamos, los clásicos palo y zanahoria de toda la vida. Y se quedan la mar de satisfechos por la ocurrencia. Se atreven incluso a dar cifras de la economía oculta. ¿Pero si es “oculta” cómo la ven? Son cosas de los aprobadores de oposiciones, que cuando se quieren enterar vía informe y análisis, ya es tarde.

Lo que el Estado no sabe, o no quiere saber, es que ya casi no queda dinero negro en España. Lo hubo, y mucho. Pero tras más de cinco años en crisis y sin ingresar ni una, las idas y venidas de los autónomos y pequeños empresarios a las cajas de seguridad de los bancos, a la baldosa suelta o al sobre con pasta en el libro hueco, han ido en aumento hasta agotar las negras reservas de billetes. Y los que tenían verdaderas fortunas en metálico hace ya muchísimo tiempo que no están aquí, ni ellos ni sus fortunas. Ahora mismo puedo contar por decenas los rumbosos empresarios con chalé, y moto Harley, que moran arruinados en la habitacioncita de soltero, con la guitarra y los banderines colgados de la pared, de la casa de sus ancianos padres, si tienen la suerte de que aún les vivan.

Señores del Estado: hay tres cosas imposibles de ocultar: el dinero, la salud y los elefantes. El que no lo crea que le pregunte a nuestra majestad por lo de los elefantes. Por la negra pasta que les pregunten a los pocos restaurantes de lujo que quedan cuántas cuentas son pagadas en efectivo con billetes azules. Sé que pretenden hacer creer a los mercados y a la jefa germana que si se ponen serios los malos van a aflojar la pasta. Pero no se pueden apretar más las tuercas de los submarinos. Es imposible.