lunes, 30 de septiembre de 2024

Segunda de Otoño. Los novillos se comieron a los novilleros (Villita, Moreno y Bastos). Campos & Moore



PEPE CAMPOS


Plaza de toros de Las Ventas.

Domingo, 29 de septiembre de 2024. Segundo festejo de la Feria de Otoño. Primera novillada. Algo más de media entrada. Tarde agradable.


Novillos de seis ganaderías. Primero de José González. Segundo de Condessa de Sobral. Tercero de Guerrero y Carpintero. Cuarto de Quintas. Quinto de Baltasar Ibán. Sexto de Ángel Luis Peña. Todos toreables. El ejemplar de Baltasar Ibán fue encastado y demandó distancias y mando.


Terna: Villita, de Toledo, de verde y oro, con cabos blancos; saludos tras un aviso y silencio; de veintitres años; en 2023, cuatro festejos. Jesús Moreno, de Albacete, de lila y oro, con cabos blancos; silencio y silencio tras aviso; de veinticinco años; en 2023, dos festejos. Diego Bastos, de Morón de la Frontera (Sevilla), de amarillo crema y oro, con cabos negros; silencio y silencio; de diecinueve años; en 2023, veinticuatro festejos.


Después de la retirada de Enrique Ponce el sábado, vivida con pasión y polémica, ayer domingo volvimos a la secuencia anodina de la programación novilleril que Plaza 1 tiene ideada para sumir en la máxima depresión a la afición de Las Ventas. Por un lado, el sinsentido de ver lidiar seis novillos de distintas ganaderías, que no se sabe a qué razón obedecía. A pesar de ello los novillos corridos ayer sacaron fondo suficiente para situarse por encima de los novilleros. Por otro lado, la empresa madrileña no parece saber buscarle una renovación adecuada al mundo de la fiesta de los toros. Cierto que el novillero Diego Bastos venía toreado, pero no así ni Villita, ni Jesús Moreno. Da la impresión que existen compromisos entre los gestores del mundo taurino que deben cumplirse, poniendo y quitando a ciertos toreros de los carteles. O puede que, siendo magnánimos en nuestro juicio, estos empresarios no sepan realizar las contrataciones, por desconocimiento. En términos generales, pensamos que los carteles se hacen con demasiado tiempo de antelación. De esta manera en el apartado de matadores de toros el triunfador del verano madrileño (en la única corrida programada), Adrián de Torres, no se ha visto recompensado como merece, en flagrante injusticia; y no ha entrado en la Feria de Otoño. Ni Damián Castaño. Del mismo modo, podríamos pensar que novilleros que han sonado con fuerza este verano en plazas españolas, como El Mene o Tomás Bastos, han quedado al margen de haber podido dar una sorpresa oportuna o un golpe de fuerza a su carrera a esta altura de la temporada. Nosotros, los aficionados, no nos dedicamos a programar festejos; no somos los responsables del dislate de contrataciones que en las novilladas de Las Ventas hemos visto semana a semana a lo largo del verano pasado, y que parece se ha repetido por inercia en la primera novillada de otoño.


No queremos decir que los novilleros que hicieron el paseíllo ayer no puedan servir para ser toreros, pero, tal vez, no era su momento si carecían de bagaje. No es el caso de Diego Bastos como ya hemos indicado más arriba. Es un novillero del que se habla y que ha toreado, pero su actuación dejó mucho que desear. Estuvo desbordado por su primer novillo, de Guerrero y Carpintero, que tenía faena. Y no pudo en ningún momento con el sexto de Ángel Luis Peña, más áspero. Toreó por fuera, no encontró la distancia y le sobraron enganchones. Mató muy mal. Por su parte, a Jesús Moreno se le vio con pocos recursos. A su primer novillo de Condessa de Sobral, no supo meterle en el canasto y el animal fue a su aire, en una faena por las afueras sin mando ni concepto. Después, con el mejor astado de la tarde, Rabioso, de Baltasar Ibán, que pedía pelea muletera, no lo pudo parar en ningún instante; el burel necesitaba ser citado dándole distancia y ser embarcado con mando y temple, y seguridad. Y nada de ello le ofreció Moreno. Nada que reseñar en su forma de matar. Por último, a la hora de hablar de Villita, hay que reconocerle que a su primer novillo, de José González, a medida que la faena avanzó le dio algún que otro muletazo templado y logrado, en una labor que dejó ganas de verle en el siguiente astado, el cuarto, de Quintas, donde todo su quehacer quedó ahogado en la ausencia de «argumentos» táuricos ante el morlaco. Mató respectivamente de estocada trasera y bajonazo.





ANDREW MOORE


 










FIN