domingo, 15 de septiembre de 2024

Autoridad


Cádiz
La Autoridad española (caciquil, por supuesto) a
 José María Pemán


Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


Mandar, en España, sigue siendo una cosa muy seria.


Aquí, don José, es el amo del pueblo...


Ésta es la frase, según Pemán, que, como una antífona ritual, solían ofrecer los aldeanos sumisos, humildes y cazurros al cacique del distrito. ¡El amo del pueblo! Pemán sostenía que con esta exclamación a modo de pórtico puede elaborarse un buen párrafo tribunicio. Receta: imprecación contra el caciquismo; alusiones históricas a la esclavitud y a los siervos de la gleba; canto a la dignidad humana. Pausa. Buche de agua.


Y para que conste lo seria que sigue siendo la cosa de mandar en España vaya este extracto de la carta que a un mozo de espadas le fue enviada por su Asociación Sindical de Mozos de Espadas y Puntilleros, de reconocido progresismo: “En reunión celebrada en el día (...), la Junta Directiva Nacional de esta Asociación, con el respaldo mayoritario de todos los asistentes a la misma, ha tomado por unanimidad el acuerdo de proceder a la apertura de expediente sancionador contra Ud. como consecuencia de las supuestas afirmaciones vertidas contra el Presidente de esta Asociación en la localidad de Hellín (Albacete) el pasado mes (...) en relación a la actuación e intervención del Sr. Presidente como representante de esta Asociación en la resolución de determinados conflictos laborales acaecidos a lo largo de la temporada (...) Artículo 13 del vigente Reglamento de Régimen Interno: ‘Se considerarán faltas muy graves: b) Falta grave de respeto y consideración a los cargos directivos, o malos tratos de palabra u obra a los mismos, cuando estos se hallaren en el ejercicio de sus funciones.’ Como quiera que esta Junta Directiva entiende que las supuestas afirmaciones vertidas y comprobadas por las manifestaciones realizadas por testigos allí presentes pudieran ser constitutivas de una falta muy grave a tenor de lo anteriormente indicado...”


¿El anarcosindicalismo, fuerza de nacionalidad hispánica?, me dirá alguien asustado –discutía Ernesto Giménez-Caballero–. ¡Sí! ¡El anarcosindicalismo, en cuanto se le saque del vago callejón, confusamente internacional y sin salida en el que se encuentra! Piénsese que la fórmula anarcosindicalista es el refugio más auténtico que ha tomado el catolicismo popular en España. Esa enorme contradicción de ser anárquicos de una parte y sindicalistas por otra parte indica al más ciego la fórmula sustancial del genio popular español: individualista y autoritario.