viernes, 20 de septiembre de 2024

Jóvenes autoritarios



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


En el diario gubernamental, la propaganda del régimen español alerta de que 26 de cada 100 jóvenes prefieren el autoritarismo a la democracia, y que casi 70 consideran que el “sistema democrático” en España se deteriora. En el régimen alemán, que es el mismo, el alarmismo mediático toca a rebato contra la AfD, que propone sustituir la “democracia representativa” por la “voluntad popular”, cuando fue un alemán, Leibholz, quien renegó de la representación en su chiringuito del Estado de Partidos. No pudiendo arrestar a Rousseau, que dijo que donde el pueblo está presente cesa toda representación, los alemanes, que todavía andan buscando a los gamberrotes del Nord Stream, ya arrestaron a un príncipe septuagenario que desde un café de Berlín se disponía a derrocar hace dos años la República impuesta por el ejército de ocupación y sustituirla por el Reich de 1871, de lo cual nunca más se supo, pero se ve que la hidra del fascismo sigue echando cabezas.


Yo nací (perdonadme) en el franquismo, que tenía de pérgola a Gil de Biedma, y de tenis, a Orantes, “una dictadura paliada por el incumplimiento”, en definición de la época, corregida y aumentada por un académico:


España ha estado, y está, definida como una masa sin bachillerato gobernada por unos políticos sin Renacimiento.


Tres generaciones más tarde, España está definida por una masa sin alfabetizar gobernada por unos políticos sin graduado escolar y amenizada por Broncano, que es al sanchismo lo que Chiquito fue al felipismo, la luz de “la locura normal que los españoles viven bajo los valores culturales de la Transición”, una patocracia de analfabetos que tiene en Gonzalo Miró a su Voltaire.


Analfabetos, según la vieja Onu, son aquellos que, aun sabiendo leer y escribir, desconocen la Constitución de su país; si la conocieran, no hablarían de “democracia representativa”, un sistema de gobierno compuesto de representación (negada por el sistema proporcional), elección directa del gobernante (inexistente) y separación de los poderes estatales (negada por la inexistencia del elemento electivo). ¿De qué democracia, pues, hablan esos joveznos de la encuesta gubernamental? En cuanto a sus preferencias autoritarias, ¿qué pensar?


Como alemán, Marx es de la cabeza a los pies un autoritario –nos dejó dicho Bakunin.


Y dijo más, que no se puede decir porque nos lo impide la libertad de expresión que hoy, en el mundo, sólo defiende Robert F. Kennedy Jr, que insiste: “No aprobaron la Primera Enmienda para proteger la libertad de expresión que agrada a todo el mundo, sino para proteger la libertad de expresión que resulta incómoda, aborrecible, que nadie quiere oír, que es peligrosa. Ése es el precio de la democracia”.


La democracia representativa fue un paréntesis cultural americano devenido, por corrupción, en farsa, y cada vez con peores actores, como Kamala, esa cigüeña de Ovidio: “Ipsa sibi plaudet crepitante ciconia rostro”…


[Viernes, 13 de Septiembre]