jueves, 14 de abril de 2022

Miércoles Santo






 

Francisco Javier Gómez Izquierdo

  Siempre me ha dado un poco de miedo meterme en la Judería a ver los pasos, pero como creo que ya controlo las vías de escape me animé ayer, Miércoles Santo, a ver salir al Perdón de la calle Buen Pastor. Imposible acercarse más allá de la plaza en la que han puesto al Inca Garcilaso. ¡Qué gentío, Señor Mío! Esperé de frente a la aparición de Jesús del Perdón bajo un sol picajoso que se escondía a ratillos tras esas nubes negras que suelen traer agua. Luego sólo cayeron cuatro gotas como hisopadas, pero el personal empezó a temerse lo peor. "No preocuparse que aquí dice que no viene agua hoy", tranquilizaba un costalero junto a la estatua del Inca.

Los puristas, que en Andalucía llaman capillitas, buscan rincones en la Judería para examinar el talento de los capataces y la destreza de los costaleros regateando rinconeras, librando balcones y sobre todo esas farolas de las esquinas que tan bonitas quedan en el anochecer cordobés. En alguna ocasión a las pértigas que alzan los cables por tan estrechas calles se les escapa el manojo o los lados no han alzado el medio centímetro más que era necesario. Los turistas lamentan con mucha sinceridad el pequeño percance pero los capillitas que como tales son unos "enteraos", afean la maniobra con sobrada displicencia: "...mu tarde han empezao a girar". Al paso del Perdón lo llaman "la Bofetá" por ser el momento en el que el sayón golpea al Señor al considerarle insolente ante Anás. Impresiona ver enfilar el trono por la estrechita cuesta de Buen Pastor mientras los vecinos en los balcones enmudecen cuando aparece la Dolorosa y contagian su silencio a los espectadores porque la banda de Cañete toca una marcha majestuosa con modestas flautillas. ¡Cuánto personal y qué silencio!


      Otro punto de contemplación para exquisitos está en las traseras de San Miguel. Imposible acercarse. Entro por el convento de la calle Torres Cabrera y espero la llegada de la Paz, una Virgen que dejó pasmada a mi madre hace muchos años: "Qué manto, Virgen Santísima, qué manto", y se santiguada arrobada. "Se fundó la Cofradía al acabar la Guerra y en Gran Capitán la rendían honores con la tropa formada. La iban a llamar Virgen de la Esperanza pero la madre del autor, Juan Martínez Cerrillo, dijo que fuera de la Paz. Se fundó la Cofradía en el año 40", dice Jesús que disfruta contando la historia de las Hermandades cordobesas. Luego bajé a la Corredera a encontrarme con el Cristo de la Misericordia y la Virgen de las Lágrimas de San Pedro que lucen muy vistosos entrando en la plaza de la Corredora y ya no dio tiempo a más porque a partir de las nueve esperaba otra Pasión: la del Atlético.