jueves, 14 de abril de 2022

Filosofía Guardiola



Escuela Guardiola


Pepe Campos

Taiwán

La mayor desgracia que le podía pasar al Real Madrid, a esta altura de la temporada, le acaba de suceder: tiene que enfrentarse al Manchester City, en las semifinales de la Champions (sucesora de la vieja Copa de Europa). Primero porque el City es un gran equipo. Cierto que el Real Madrid hasta el momento ha tenido un camino difícil: París Saint-Germain —donde estaban los mejores jugadores del mundo y de la historia— y Chelsea —equipo inglés de autor—, pero en este camino de dificultades que le toque en estos instantes el Manchester City sobrepasa.

En segundo lugar porque en su banquillo se sienta un filósofo buenista del copón. Pep Guardiola. Siempre opinando ante la prensa con intención de desestabilizar al contrario a pesar de que, en su trayectoria como entrenador, ha entrenado a plantillas hechas a modo, a su modo, con mucho dinero, y ha tenido lo que quería. En este sentido, adelantamos, nos gustaría verle entrenando, por ejemplo, al Granada C. F., para ver cómo aplica su fútbol buenista: toque de balón, intercambio constante de las posiciones de los jugadores en el campo, intensidad estética y presión en todos los espacios del terreno de juego. El planteamiento es sugerente y perfectamente válido, pero el problema viene porque Guardiola quiere que sus rivales (incluso los modestos) jueguen así, es decir, como a él y a sus equipos les conviene, para jugar con mayor comodidad y ganar con la facilidad que sus ideales requieren. Y si hay algún equipo que no juega como él desea se enfada y mucho. Y sabe gestionar el enfado: antes con Mourinho, ahora con Simeone. Puede que dentro de poco con Ancelotti.
 

Habría que preguntarse lo siguiente, ¿qué le importa a Guardiola que el Atlético de Madrid juegue mal al fútbol? Pero sorprendentemente le importa y mucho. Y al manifestar que el Atlético de Madrid es un equipo que juega en la prehistoria del fútbol ha conseguido desestabilizar a Simeone y a toda la plantilla (a Felipe, a Koke, a Savic…). Desde este punto de vista habría que pensar que Guardiola es un genio. Sí, pero sin sentido del humor. Aquello de Helenio Herrera de «ganaremos sin bajarnos del autobús» o «se juega mejor con diez que con once», queda corto y fuera de las miras del «filósofo» del fútbol. Él tiene que apretar los tornillos de la corrección política y hablar de etapas futbolísticas, pues ahora toca (porque a él le conviene) que los equipos jueguen abiertos aunque no posean los jugadores adecuados para tal sistema. Así en ese territorio futbolístico sus equipos jugarán a placer. Ya lo consiguió en España cuando dirigía al Barcelona. ¡Esas goleadas del Barcelona a equipos modestos, con entrenadores buenistas, como él! (Por cierto, ayer —en el Metropolitano— vimos a su lado, en el banquillo, a Lillo, debe ser que le tiene de refugiado para que le hable de Valdano). También en Alemania con el Bayern de Múnich, si bien esto no tenía mucho mérito, pues el Bayern de siempre gana allí por goleada. Ahora en Inglaterra.
 

En Inglaterra con el Manchester City, un equipo que ya llevaba varias temporadas arriba de la tabla con plantillas de enorme presupuesto, Guardiola ha construido un equipo de su cuerda, de toque de balón y venga toque, tuya mía y dale molino, de enorme intensidad en la presión sobre el rival (gran mérito) y con una concentración máxima. Ninguna pega a eso. Aunque si los rivales no respetan estos parámetros el señor Guardiola se enfada y ya empieza a reñir, a decir cosas que antes utilizó: a Messi, por ejemplo, no se le podía entrar, había que dejarle pasar: se construyó el pasillo Messi. Además, el Madrid de Mourinho también jugaba prehistórico. Todo esto influyó, recordemos, en que Pepe se equivocara y en vez de marcar a Messi se fuera hacia Alves (Desdémona) y fuera expulsado sin haberle tocado (con árbitro buenista). Ayer fue Felipe sobre Foden, a quien entró con enorme fuerza y contundencia. No vamos a defender esto. Pero si reparamos en cómo Foden pícaramente entró rodando sobre sí mismo al terreno de juego para aumentar la dimensión de lo ocurrido —y dando a entender que, en realidad, no le pasaba nada— nos recordó la picaresca del mejor Alves. Llama la atención ver a un jugador inglés hacer esto. Es una influencia que vendrá de la mejor filosofía.
 

En la eliminatoria de Champions entre el Manchester City y el Atlético de Madrid, en el segundo tiempo del partido de vuelta el Atlético ha jugado con verdadera elasticidad pero le ha faltado gol, desde ese punto de vista se ha quedado corto y se podría pensar que Simeone al no aplicar un planteamiento similar en los tres tiempos anteriores, haya regalado parte de la eliminatoria. Forma parte del fútbol y de sus sucesos. También que el árbitro buenista de este segundo partido, pongamos un caso, no sacara tarjeta amarilla a Stones al derribar a Joao Félix cuando éste se iba. Es un mínimo detalle pero muy importante pues de estos pequeños detalles vive el fútbol de hoy, y, entonces, al equipo buenista se le perdona, y si fuera la situación contraria, al equipo que no obedece a la nueva ideología no se le perdonaría. Y dado que últimamente los jugadores de muchos equipos anglosajones hincan la rodilla en tierra antes de comenzar los encuentros, es posible que veamos sancionar a los jugadores de los equipos del sur que no lo asuman. Así el Villarreal [escribo sin haber visto el comienzo de todos sus partidos] y el Real Madrid [tampoco he visto todos esos inicios, pero, sí, vi a Alaba hacerlo contra el Chelsea], los dos equipos españoles, van a tener que sufrir esa presión de contemplar a sus rivales postrados, antes del pitido inicial, queriéndoles decir que ellos cumplen con la filosofía buena, la de la sumisión, esperando que sus contrarios se les sometan desde el principio. ¡Vaya tragaderas!


¡Ah! ¡Y Xavi en el Barça!