lunes, 20 de junio de 2016

Los valores del fútbol

Urraca





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La socialdemocracia es una cultura sin valores (o mejor dicho: de “disvalores”), y sus comisarios políticos no se molestan en ocultarlo. Es el caso de Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, es decir, la alfalfa de los pobres.

 Preguntada por las idas y venidas del “Brexit”, Lagarde ha contestado:

    –Lo que necesitan los europeos es más tiempo para ver el fútbol.
    
Lagarde es la que, al negociar la deuda griega, veía en la reunión al cantamañanas de Varoufakis y decía a los otros griegos: “Hagan el favor de enviar adultos a las reuniones”.
    
Ahora Lagarde nos sale con que lo que necesitan los europeos es “más tiempo para ver el fútbol”, lo que revela el concepto de los europeos que tienen sus dirigentes. Pague los impuestos que yo le administro y váyase a ver el partido.

    En España, cuando Ridruejo se hizo socialdemócrata fue a ver a Franco para pedirle sindicatos, y Franco lo despachó con una “lagarde” cambiada: “Lo que los obreros necesitan –dijo el general– es bicicletas.” Aquel sueño franquista se ha hecho realidad hoy en toda Europa, a cuyos habitantes les es permitido circular por donde se les antoje, siempre que lo hagan en bicicleta.

    Libertad (la bicicleta), igualdad (el fútbol) y fraternidad (los impuestos).

    Entre Christine Lagarde, la sonrisa del Fondo, y Pepe Solís, la sonrisa del Régimen, no hay ninguna diferencia. Solís pidió en las Cortes más fútbol y menos latín, entre otras razones porque… ¿para qué sirve el latín? “Para que a usted, siendo de Cabra, podamos llamarle egabrense”, contestó Muñoz Alonso desde su escaño.

    Ahora mismo, el compendio de todos los “valores” culturales es el fútbol, y quien osara levantar una ceja en señal de desacuerdo sería clasificado como “populista”, uniformado con un sambenito y colocado en la picota como sospechoso de ultraderechismo.

    –Si te fijas en los jugadores –dice Lagarde–, ves un reflejo de Europa, una manifestación de la unión en la diversidad.
    
Como símbolos de la unión, los futbolistas son políticamente intocables, como sabe la socialista Elena Valenciano porque tuiteó que le parecía feo Ribéry.

    Lagarde es parisina, y “diversidad” es un concepto universitario del París medieval (la época mental de Lagarde, más o menos), referido a la enseñanza: un solo centro con diversidad de materias.
 ¡En 2016, la Eurocopa de Francia! En una palabra, el fútbol.

    –¡Qué bonitos son lo goles de Nolito! –canta el pueblo español unido en su diversidad.

    Y Lagarde nos mira sabiéndonos ya maduros para negociar con nosotros, allá por septiembre, las condiciones del ajuste que se nos viene encima. Ella: “Vamos con el déficit”. Y España: “Qué bonitos son los goles de Nolito”.

    Gramsci, libro de cabecera (literalmente, libro sobre el que reposa su cabeza) de Pablo Iglesias, inventó el patriotismo de partido y Camacho ha inventado el patriotismo del instante (“¡Madre mía, cómo está España ahora!”), con los goles de Nolito, qué bonito, y las sienes de Iniesta, qué zapatiesta, con su centrocampismo de “avi” de Albacete (Iniesta viene a ser como el abuelo de Majaelrayo de la nueva generación) en la Francia redicha de la señora Lagarde.

    Con la de veces que a uno le decían “facha” sólo porque te gustaba el fútbol.


Paloma

UNIDOS, PERO DIVERSOS

    Hasta ahora, lo peor de la Eurocopa es la lírica periodística (entre el “provenzalismo” readaccional de Pablo Alborán y la cursilería social de Podemos), y lo mejor, la franqueza de los futbolistas retirados, como Lineker contra Pepe (“Pepe is a gigantic dick”) o Khan contra Cristiano (“Últimamente veo más los abdominales de Cristiano que los pechos de mi mujer”), a quien dispara con postas de folclórica: “Se hace viejo y me aburre”. No tiene suerte Cristiano en París, donde le birlan Balones de Oro y no le escatiman improperios de carácter técnico, por fallar un penalti, ni de carácter psicológico, por menospreciar a los adversarios. “¿Mi camiseta? ¿Quién eres tú?”, dice el “Bild” que dijo Cristiano al islandés Gunnarsson. Y Blatter pregonando por ahí que el fútbol europeo se divide en bolas frías y bolas calientes.



Gallina