miércoles, 13 de abril de 2016

Uccellacci e uccellini

Totó en Uccellacci e uccellini, de Pier Paolo Pasolini


EL PAJARRACO

Emilia Landaluce

La hermana de Juan Abelló caminaba con una amiga en una cacería en La Mancha. Corrían los primeros años 80 y Conde acababa de llegar a Antibióticos, la empresa de la familia.

-¿Has conocido a Mario? ¿Qué te parece?

-Bien, ¿no? Tiene pinta de ser inteligente.

-Sí... -contestó la hermana de Abelló- es listo. Yo diría que demasiado.

En diciembre de 1986, la venta de Antibióticos probó lo brillantísimo que era el abogado gallego. Un año después, Conde ya estaba presidiendo Banesto y era dueño de una importante fortuna. El triunfo en España sigue un orden inalterable: el cochazo, la finca y la segunda mujer (o, si se prefiere, algunas amantes discretas). Este esquema se asemeja al de los toreros (y también al de los políticos). 

Raúl del Pozo contaba ayer sobre 'La Salceda', la finca que Conde compró precisamente a Marcial -eres el más grande- Lalanda y que ahora pertenece a Villar Mir. ¡Todo queda entre amigos de Campechano! Antes de la venta, el ganadero Laurentino Carrascosa solía visitar en La Salceda a los Lalanda, que como ustedes pueden imaginar llevaban ya varios años de vacas flacas. Don Marcial preguntaba al encargado qué había de comer. "Pájaros", respondía con el cigarrillo en la comisura. A la mesa llegaba una bandeja que, si el torero había tenido suerte con la escopeta, incluía alguna perdiz o paloma, aunque la mayoría de las veces el plato lo companían urracas, sisones y hasta cuervos. Los Lalanda sacaban entonces los tenedores y el menos veloz, que solía ser el invitado, tenía que hincarle el diente al cuervo. ¡Y cualquiera se come eso! 

La oferta de Conde acabó con las fuentes de pajarracos de los Lalanda. El banquero se puso los zajones de cuero y empezó a cazar, pero, pese a lo que se dice, nunca llegó a tirar perdices tan bien como Abelló. El sueño acabó el día de los Inocentes de 1993. Conde pasó por la trena, pero, hasta el pasado lunes, faltaba por resolver la incógnita fundamental. ¿Dónde estaba el dinero de Banesto? Ahora sólo falta que nos sirvan al resto de los pájaros. Por ahí andan los Pujol...