jueves, 28 de abril de 2016

Semifinales

   
 Vicente Boria y sus hijos:
Jony (Koper de Eslovenia), Aarón(Spórting de Braga) y Saúl (Atco. Madrid)


Francisco Javier Gómez Izquierdo
  
       De la ida de las semifinales de la Champions se recordarán dos futbolistas cuyos nombres tienen resonancias bíblicas: Cristiano por su ausencia y Saúl por su aparición casi divina.  A Cristiano se le están quebrando los músculos, se supone que de tanto usarlos, y es toda una faena que le haya pasado en momentos tan inoportunos. Aún sin él, no lo tiene mal el Real Madrid para llegar a la final. El entrenador Pellegreni, con la parla monocorde que le caracteriza, acusó a su antiguo equipo  de llegar a Manchester con el propósito de mantener el 0-0. Las palabras de Pellegrini pretendían ser injuriosas para el Real Madrid, pero en realidad se vuelven en su contra, pues si el entrenador, no la persona, se percató de la medrosa actitud en la batalla de los hombres de Zidane, ¿por qué no ordenó a los suyos que se lanzaran a un ataque continuado sin temor a desguarnecer la retaguardia, ya que el contrario había renunciado a molestar?

El señor Pelligrini sabrá lo que quiso decir, pero la realidad es que en un partido romo y aburrido futbolísticamente la ocasión más clara la tuvo Pepe, y es a su portero Hart a quien el míster del City debe agradecer el que el Real Madrid no marcara. El remate de Pepe fue el único sobresalto que nos regaló un partido que había dejado muy preocupados a los aficionados merengues al conocer la lesión de Cristiano, pero a los que no se se les debilita la confianza en el pase a la final.
     
El Atlético- Bayern tuvo más emoción, más fútbol y mantiene la incertidumbre para la vuelta. El Atlético, perdedor de finales en los últimos segundos, no está dispuesto a mantener tan nefasta tradición. Esta temporada marca su golito en cada partido como si fuera un mandamiento y se encomienda a la tarea de guardarlo en una comunión de esfuerzos propia de una secta de hombres feroces. Disfruto con la disciplina del  Atlético. Con su disciplina y su fe. Con su fe y con la satisfacción del deber cumplido. Eso es el Atlético de Simeone. Un ejército educado para vencer o morir en el intento. Un ejército con una veintena de héroes y miles de atronadoras gargantas que aterrorizan a sus rivales. Los héroes de ese ejército se obsesionan por ofrecer lo mejor de sí mismos a su patria rojiblanca  y a veces ni sospechan de lo que son capaces. Le pasó ayer a Saúl, uno de los tres hijos de Boria, que sin respetar la categoría y autoridad del Bayern de Múnich y con dos caderazos contundentes espantó como si fueran moscas molestonas a cuatro defensores alemanes. La presencia intimidante de Neuer la resolvió con un elegante y sutil toque de izquierda que convirtió el balón en un objeto inteligente e inalcanzable para el considerado mejor portero del mundo.

    El Atlético ya tiene su gol y ahora toca defenderlo siguiendo el extraordinario método Simeone, ese entrenador al que la familia atlética tiene por “maestro” ¿Qué les parece sus gestos en la banda? ¿No les recuerda a fiera enjaulada en su ir y venir ansioso? ¡Cómo grita, corrige, cabecea y se mete la camisa en el pantalón después de despejar el peligro!.. porque Simeone es la cabeza de Jiménez, la derecha de Juanfran y hasta el puño de Oblak. Simeone  es otro jugador, no lo duden. Yo diría que el más importante del equipo. Más que el Messi del Atlético de Madrid.
    
El Bayern fue mejor en la segunda parte. Tuvo, y en Múnich tendrá, sus oportunidades, pero el Atlético, equipo técnicamente inferior, sin duda, va ganando uno a cero en un partido de 180 minutos y eso es ventaja más importante de lo que parece. ¡Éso si, para lo que el Atlético no está preparado es para la maldición de las prórrogas!