jueves, 7 de abril de 2016

Anocracia


El politólogo Colomer


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La mentira tiene las patas largas, y ahora mismo la ciencia que más corre en España es la politología.

    Pablemos, Monedero y Verstrynge son nuestros politólogos más famosos. Pablemos ignora la existencia de Kant y enseña que el creador de la teoría de la relatividad es Newton. Monedero está siempre entre la ceca del bolívar y la meca del dólar (“In God We Trust!”, qué c…). Y Verstrynge fue el “lúser” de Fraga que en la Santa Gadea de la Carrera de San Jerónimo tomó juramento a Felipe González, Gonzalón, de que nunca había recibido dinero alemán.

    –Ni de Flick ni de Flock.
    
Como politólogos, Verstrynge se ha inventado un pasado; Monedero, una moneda; y Pablemos, una forma de gobierno, el “gobierno a la valenciana”, que le ha llevado hasta la tumba de Aristóteles para pedirle perdón por haberle superado, como Einstein hizo sobre la de Newton.

    Con su “gobierno a la valenciana”, que garantizaba a Pablemos una mención en la Wikipedia, todo iba “superfenomenal”, como diría Rivera, hasta que un arbitrista venido directamente de Georgetown, el politólogo Colomer, publicó en el periódico global el descubrimiento que pone patas abajo a la politología: la “anocracia”.

    Hija de padre latino y madre griega, la “anocracia” designa la fuerza del ojo sobre cuyas gracias y desgracias escribió nuestro Francisco de Quevedo cosas que luego teorizó el doctor Freud de Viena y poetizó en “Conjunciones y disyunciones” Octavio Paz.
    
No vale la pena repetir ahora todo lo que el psicoanálisis nos ha enseñado sobre la lucha entre la cara y el culo –avisa Paz, que se perdió la teoría “anocrática” del politólogo Colomer.

    Desde el lírico “cara de culo” de Miguel Hernández a Gil Robles (“Algún día estarás, me cago en C…, / dentro del purgatorio de un retrete / enunciando la m… con tu aliento”) no se veía (¡y en jerga socialdemócrata!) una construcción politológica así de audaz.

    “Anocracia”, pues, es poner la TV y que todos los anuncios sean de laxantes.