martes, 12 de abril de 2016

Teoría de la remontada



Hughes
Abc

Sigan el acostumbrado ritual. Mírense al espejo fijamente al afeitarse (o al rizarse la presumible barba). Aunque no jugaran en el Wolfsburgo, piensen en Oliver Khan, en Augenthaler, en Effenberg... ¡Qué se habrán creído! Recuerden lo que sufría Alfredo Landa en “Vente a Alemania, Pepe”; observen la lavadora Zanussi mientras centrifuga, que parece un Stielike; escojan los gayumbos de la suerte, esos de la gomilla un poco suelta; y vayan a Concha Espina con mucha antelación, que parezca que el Madrid llega en Papa Móvil.

La Remontada es una suma de rituales. Un fenómeno madridista con 95% de ilusión y 5% de fútbol, y algo que en realidad ha visto muy poca gente.

Este Madrid, en particular, no ha parado hasta tener que jugarse un año así. Queriendo ser el de los 50 ha acabado siendo el de los 80, que tampoco está mal.

La remontada es la contrarreloj del fútbol. Es balón más urgencia. Fútbol con tic-tac. Como si el Madrid, en un determinado momento, hubiera querido llevar un paso más allá el fútbol de eliminatorias. Mientras otros equipos se especializaban en llegar a los penaltis, el Madrid sentenciaba dos veces la eliminatoria. Jugaba el mismo partido en los dos sentidos, palíndromo de ida y vuelta.

Y tiene algo de los años ochenta, del exceso de esos años, de su acelerado brillo. Recuerdan a Perico Delgado cuando parecía exhausto, se descolgaba del grupo y ¡zas! demarraje. El 12-1 a Malta fue la gran remontada nacional. ¿Y qué era la convergencia europea sino otra remontada?

Gloria después de la pájara; machada (palabra que pide Camachos) de un equipo saliéndose de sí, yéndose de madre. Es exactamente "el fútbol que le gusta al Bernabéu".

Fueron el estertor de un Madrid clásico empezando el nuevo. La Furia transformándose en La Quinta. A partir de ellas llegaron las cinco ligas y la costumbre de ganar trofeos con dos meses de antelación. Por eso tienen algo de época, irrepetible, e igual que lo almodovariano remite, y Chus Lampreave nos deja y muere Manolo Tena, hay cosas que quizás no puedan ser igual.

Para empezar, porque los futbolistas salen al campo con los niños de la mano y en el túnel de vestuarios ya no pueden decirse atrocidades. La UEFA los puso ahí a propósito.

Esas Uefas almodovarianas que ganó el Madrid eran una entrada curiosa en el fútbol europeo. Era la gesta en casa, más resistencia que conquista, con algo de Numancia inverso o dos de mayo.

La última dicen que fue el 2-0 al Bayern en 2002, pero eso no es remontada, eso es simplemente ganar. Remontada, además de un rival alemán o italiano, exige un 3-0 como mínimo.

Este Madrid tiene la ventaja de marcar muchos goles en casa y el problema de marcarlos demasiado rápido. Puede ser malo remontar pronto y no saber qué hacer después. Por eso Santillana marcaba siempre al final y no en el minuto treinta.

Remontar y luego ser remontado con unacontrarremontada ya se lo han hecho alguna vez al Madrid. Contra el Bayern, Mourinho se echó atrás en lugar de enloquecer del todo. Ignoraba que las remontadas son un crescendo obligatorio, un equipo en busca de su clímax, que cualquier enfriamiento las arruina y que el gol ha de llegar al final, cuando el otro ya haya olvidado atacar.

Los goles el Madrid los tiene, no hay duda. La incógnita es su administración y su defensa.

Estos días, el club ha transmitido el mensaje adecuado: Cristiano ha salido a hablar con las Copas de Europa detrás, como Pablo Iglesias rodeado de Errejones. Esas copas son el Aranzadi del Madrid, ahí está todo.

Dijo que habría que tener el corazón frío. Y esa es la otra preocupación. La justa temperatura sanguínea del equipo, que aún desconocemos.

Pero la gran declaración institucional está hecha: sacar los metales. Esa copa es la unidad de medida de la gloria, por eso no hay mejor comunicado. Cuando alguien importante llega, o se va, o cuando algo ha de pasar en el club, ya no habla Butragueño, sino ellas. “Que salgan las Copas de Europa”.

Y salen. Como diez azafatas impenetrables que fueran también el portavoz del club; su mejor estructura, otra junta directiva que cada vez asume más poderes.

Con una más, podrían dejarse en el campo esperando al rival. Que sepa adónde llega.

Hay un culto a ese objeto que siempre le devuelve al Real Madrid su imagen mejor. Justamente deformada. Engrandecida.