Saura
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En España no hay análisis políticos porque no hay política: todo es propaganda (tertulia) de Estado.
Para el aficionado a la teoría política, los analistas del escaparate español manejan las mismas construcciones lógicas que los niños del concurso escolar “¿Qué es un Rey para ti?”, con lo que la vida de café se le acaba haciendo a uno hobbesianamente “solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve”.
Visto desde afuera, en este juego genuinamente partidocrático de reparto del botín el único adulto es Rajoy, a pesar de los esfuerzos de sus asesores por infantilizarlo en los platós de TV.
En contraste, lo de Snchz, Pablemos y Rivera es como un cumpleaños con globos y piñatas en Juntines, los tres jugando al suarismo comprado en los chinos del aeropuerto.
–Hay tréboles de cuatro hojas –contestó Torcuato Fernández-Miranda a Suárez, que quería saber si podía ser presidente.
El “¡Ya era hora!” de Suárez cuando el Rey le comunica su nombramiento es el punto de Arquímedes para Snchz, Pablemos y Rivera, cuya codicia se acelera como la manzana de Newton cuanto más cerca están del Boletín Oficial… del Estado, pues aquí las leyes no las hace la Nación, sino el Estado.
A cambio de las chuches de Estado (ministerios), los tres están dispuestos a dar incluso lo que queda del Estado, y en eso sí son como Suárez, cuyo “charme” político fue que daba hasta que no le quedó nada que dar. Grande a lo Felipe IV, que lo era a la manera de los pozos, mayores cuanto más se saca de ellos.
De los tres, el más simple, desde luego, es Snchz, y el más pícaro, Pablemos. Rivera sólo es el hurón que meten en la cueva para sacar al conejo en este descaste partidocrático para un gobierno progre, federalito, antifranquista.
Cuando Saura, que no chanela inglés, presentó en Nueva York “La caza”, la prensa sólo quería saber por qué un cazador escupe al hurón en el hocico.
–Es una metáfora de los españoles escupiendo a Franco –improvisó el escultor Chirino, al quite.