domingo, 10 de abril de 2016

Córdoba, 2; Albacete, 3.La derrota como costumbre.

Albacete Balompié 1991
Conejo, Coco, Juárez, Zalazar, Geli, Chesa. 
Agachados: Camilo, Catali, Corbalán, Menéndez y Etcheverry

Francisco Javier Gómez Izquierdo

         Mientras el Barça se empeña en animar la Liga de Primera con un bajón físico alarmante y un bloqueo mental más que evidente, que va desde el entrenador Luis Enrique hasta el arreglalotodo  Messi, que pasea y mira alucinado por el centro del campo como si pisara tierra extraña, en Segunda da la sensación que habrá equipos en el último partido que, según ganen o pierdan, jueguen la promoción al ascenso o desciendan a Segunda B de apretada como se aventura la clasificación.
       
El Córdoba Club de Fútbol es elemento aparte en la categoría de plata. El Córdoba supera sus esperpénticas actuaciones en cada jornada, y Oltra, nuestro entrenador, del que esperamos remedie los follones en los que mete a un once al que tenemos por más nuestro que suyo, nos sorprende cada semana con unas ideas que no se le ocurren ni al que asó la manteca.

Hoy ha adelantado a la defensa, quizás la más lenta de todas las categorías, hasta el centro del campo,  y Portu, el menudo e incansable delantero del Albacete, que ni sospechaba tanta generosidad, no ha tenido más remedio que marcar el 0-1 en una carrerita de nada. Ha tenido más ocasiones el Alba, pero como es equipo con muchos defectos ha permitido que el Córdoba diera la vuelta al marcador, y nuestro Florín, hoy un pelín desquiciado, colocara un 2-1 que parecía encarrilar un encuentro ante un débil rival. Xisco, nuestro segundo delantero, en descomunal disparate, desprecia un balón franco en el minuto 80 con el que encarar al portero y marcar el 3-1, dejándolo salir mansamente a córner. Al rechace del saque de esquina, el cierre de nuestra calamitosa defensa aposentado en el centro del campo se la da suavecita y al pie de nuevo a Portu para que encare a Razak y marque sin el mínimo estorbo. No queda ahí la cosa. En el 93, el Alba saca un córner que sale despejado a cuarenta metros. Nuestra defensa se queda quietecita en el área pequeña, sin marcar a ningún futbolista vestido de  negro y espera a que después del rechace el balón lo reciba el central Pulido, aquél que saliera de las canteras madrileñas por cierta lentitud e inhabilidad, y sin enemigo a la vista, el rubio jugador coloca un 2-3 estupefaciente. Bajón cordobesista, porque ni siquiera se sacó de centro y subidón del centenar de albaceteños que alucinan entre  jazmines  con un milagro imposible.

     Es conjunto muy flojo el Albacete, equipo que tan simpático se nos hiciera en tiempos de aquel Benito Floro entre místico, psicólogo y poeta que montó un equipo mirando los movimientos del acordeón: Conejo, Catali, Zalazar, Etcheverry, el difunto Rommel...
 
    El Alba de ahora, dicen que un poco de Iniesta, tiene demasiados jugadores de Segunda B y los que en teoría tendrían que haber mejorado el plantel, tal que Jona, un extraño venezolano; Fede Vico, el cordobés que el año pasado marcara en propia meta un gol digno de prestidigitadores; el defensa Pulido antes mencionado y... poco más, no aclaran el tormentoso panorama. Lo siento por el Albacete y sus animosos aficionados, pero ganar en El Arcángel se ha convertido en obligatorio, por lo que no supone mejora de perspectivas, ni lo que es peor, un mínimo progreso en fiabilidad competitiva.

     Mientras otros equipos pelean por sus objetivos, los cordobesistas quedamos a la espera del ingenioso sistema defensivo que nos mostrará el entrenador Oltra la próxima jornada. Nos conformamos con que nos cuelen un solo gol, porque Florin Andone nos basta y sobra para solucionarnos los asuntos de la delantera.