viernes, 4 de diciembre de 2015

Omar Khayyam, Omar Jayam, en el bar del CIVB

Mi copa de Sauternes


Jean Palette-Cazajus

El grandioso bar Art Déco del CIVB (Comité Interprofesional de los Vinos de Burdeos) es uno de mis querencias favoritas. Pese a cerrar a las 10 de la noche, hay cola para entrar.

Y más desde que Burdeos ha sido elevada al rango de patrimonio mundial por la Unesco. Sobre todo los fines de semanas, llegan en caravana los vascos españoles, desde San Sebastian y Bilbao. El volumen sonoro del bar y de las calles en general padece entonces la conocida mutación celtibérica. “On ne s’entend plus” dice mi dulce hermana. O sea que ya ni nos oímos hablar.

Nadie se queja en Burdeos, y menos los hosteleros. Como os podéis imaginar, gastan, comen y beben según manda el ADN de la raza. Además, los españoles siempre han caído bien en Francia. ¡Sí, sí! No siempre ha sido recíproco, pero, por mí, pelillos a la mar

De modo que yo, llevado en parte por mi patológico afán de soledad, prefiero ir a media tarde, con tranquilidad y silencio para pensar, y recordar, entre otras cosas, que

“Hace ya mucho tiempo que mi juventud fue a reunirse con todas las
cosas muertas. Yaces hoy, primavera de mi vida, junto con las
primaveras de antaño. ¡Oh, juventud mía; pasaste sin darme
cuenta! Te fuiste desvaneciendo insensiblemente, como la dulzura 
de la florida estación”.

La verdad, no había vuelto a leer a OMAR KHAYYAM desde tan añeja juventud.

Me doy cuenta de que los gilipollas de la Kalashnikov, los energúmenos del gatillo, cuyo analfabetismo es ya proverbial, tampoco parecen haberlo leído mucho. Sospecho que desconocen, por citar algunas, estas estrofas espigadas en el Rubaiyat, entre sorbo y bocado,

La tierra es un mosaico de dioses y creencias, 
de clérigos, profetas, sacros libros y textos: 
impiedad, fe, pecado, son sólo los pretextos 
que los hombres invocan al luchar como fieras.

Yo bebo entre las flores, la conciencia tranquila, 
y tú trabajas siempre, gran muftí de la villa; 
tintas de rojo oscuro tenemos nuestras manos: 
yo de sangre de cepa; tú, de la de tus hermanos.

En medersas e iglesias, buscando la verdad, 
hablé con jeques, santos, filósofos y sabios, 
escuché las sentencias surgidas de sus labios 
y salí por la puerta que utilicé al entrar.

Voy a terminar mi copa de Sauternes, CHATEAU DOISY-VEDRINES, 2008, Grand Cru Classé 1855, mi rebanada de foie de oca, y voy a desvariar un poco….

Nada me interesa ya: levántate y dame vino. Esta noche, tu boca es
la más bella flor del universo. ¡Vino! ¡Vino rosado como tus mejillas!
Y que mis remordimientos sean tan leves como tus rizos.

Bar CIVB