Francisco Javier Gómez Izquierdo
El Córdoba no pone mucho fútbol en sus comparecencias en Primera, pero no hay partido de los suyos en el que dejen de asomar curiosos episodios con los que enriquecer el anecdotario de la Liga. En El Arcángel se desquició Cristiano, se jugó contra el Granada escondidos en la niebla y ayer en Vigo se cometió un penalty que se anuló en asamblea.
Mereció ganar el Celta, pero si en fútbol ganara siempre quien lo merece, el fútbol no sería fútbol y sería tan aburrido como una ciencia exacta. Nolito –”¿cómo quita a mi Nolo, si mi Nolo es el mejón?”, comentaba hace dos años la simpar madre del delantero- había visto el gol de Benzemá a la Real y se empeñó en mejorarlo. Vive Dios que lo mejoró, y el tanto parecía valer para que el Celta alcanzara un triunfo ante un Córdoba pusilánime, después de diez partidos sin catar la victoria. A falta de diez minutos, Rossi, centrocampista cordobés, pisó área viguesa y el defensor Planas lo arrolló por precipitación injustificada. Como tengo la mala costumbre de ponerme en el pellejo del árbitro, a mí me pareció falta fuera del área, que es lo que hubiera pitado si fuera decisión de mi competencia, pero la repetición aclaró que la acción punible ocurrió dentro y que sólo cabía pitar penalty...cosa que hizo el hermano mayor de los Teixeiras, cántabro de nacencia como el jefe de los árbitros Victoriano Sánchez Arminio y destacado miembro de una tribu que siempre coloca colegiados en la élite. El linier, con una incapacidad manifiesta para desempeñar su oficio, levantó la bandera en clara señal de desaprobación y a la banda que se fué Teixeira. Árbitro y asistente discutieron la jugada unos segundos, tras los que el árbitro principal señaló penalty con el dedo mientras se acercaba al área decidido.... y entonces comenzó la asamblea. El entrenador Berizzo, junto a varios miembros del banquillo local , todos dentro del terreno de juego, señalaron donde creían se había producido la infracción: “.. ha sido fuera, ha sido fuera”, y Teixeira se paró caviloso a charlar con unos y con otros hasta que le convencieron de que volviera a hablar con su asistente. Obediente, y de vuelta a consultar con su colega comprendió que el entrenador no podía estar dentro del campo y decidió expulsarlo, pero hizo caso a la sugerencia del hombre que le reprendió desde lugar prohibido y repitió consulta. Durante más de cinco minutos todos opinaron y como estamos en tiempos de democracia directa el colegiado atendió la voz del pueblo de Vigo, mayormente gallega... y decidió en gallego. Se retractó de sus dos decisiones anteriores, despreció su propio criterio y su teórica preparación y descargó su conciencia en la mejor vista de su asistente. En el fragor de guirigay tan insólito -no recuerdo caso parecido-, se me ocurrió que Teixeira podría haber preguntado con disimulo al cámara de televisión para que arreglara el desaguisado, pero es cosa comprobada que en las asambleas no está bien visto preguntar al que sabe por si el que sabe no da la razón al pueblo.