Abc
Sin Cristiano, pero con la brega de “aurresku” de Illarramendi, el Real despachó a la Real de Canales y Granero. Siesta con mosquitos, a pesar del frío madrileño: “tomahawk” de Benzema y picada de James con Bale… por chupón.
El periodismo de campanario de Manganeses de la Polvorosa hace la guerra a Bale… por chupón, es decir, que sólo chupa él, si va al Txistu, que a eso se reduce la crítica de fútbol en Madrid.
El periodista es el psicoanalista del pipero. Los piperos ven a sus ídolos chuparse el dedo, se imaginan una enormidad de cosas, pero no saben qué hacer para impedirlo, y entonces silban.
Bale, el mejor futbolista libra por libra del Madrid, chupa, es decir, que ni hace corrillo ni invita a almorzar. No contento con eso, Bale es galés, más galés que el paquete de Tom Jones (aunque yo escuché de Xavier Cugat que el paquete de Tom Jones en Las Vegas era algodón de farmacia), y siendo galés quita el puesto a los españoles Isco y Jesé (“Jisco” y “Yesé”, en prosodia pipera), así que leña al momo hasta que rompa la cadena, que es la diadema, pues tampoco sería el primer forastero al que echan del pueblo estos nacionalistas del fútbol de cabra y campanario.
–Sentí frío en el estómago al pisar el Bernabéu –dijo Lucas Silva el día de su presentación, y no pudo describir mejor, sin pretenderlo, el entorno mediático del madridismo.
En el Chelsea-Manchester City, que vendría después, los locutores no se cansaron de repetir lo frío que había sido el saludo de Mourinho, el entrenador votado este año por Messi, y Pellegrini, el entrenador votado este año por Casillas.
Frío en el Bernabéu y frío en Stamford Bridge, donde Courtois cometió un casillada que alarga la Liga en Inglaterra.
Como equipo, el Chelsea es una organización alrededor de Matic, el futbolista que, flanqueado por Kroos y Bale, haría invencible al Madrid, y la imaginación de Hazard, el futbolista que más me entretiene verlo jugar.
Chelsea-City era el duelo de la Premier, pero se redujo a un duelo “de entrenadores”, en la jerga de los comentaristas. Pellegrini, que tiene plantilla par dos o tres equipos y apenas consigue hacer uno, y Mourinho, que es una delicia verlo maniobrar.
Sin Cesc (la tercera pata de aquel banco de Calderón, con Robben y Kaká) ni Costa, en el Chelsea se vio mejor lo mediocres que son William, el sexto Jackson, y Oscar, un Gabino Diego pasmado. También se vieron (y se oyeron) los crujidos de los veteranos, desde Terry, que es viga maestra, hasta Drogba, que impone el prestigio de su parecido con las estatuas de la isla de Pascua, pasando por Ivanovic, que se marcó en la banda un Quevedo (“Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados, de la carrera de la edad cansados, por quien caduca ya su valentía…”). Es natural que el entorno de Ramos agite el muñeco del interés de Mourinho por contratarlo, aunque Mourinho tiene otro francés que es otro Varane, Zouma, dando la razón a Luis Aragonés, que siempre pensó que el dinero se gasta sólo en goleadores, pues en cualquier discoteca se encuentra, gratis, a un par de centrales.
NEYMAR Y EL MAINSTREAM
Visto lo visto (¡quién nos lo iba a decir!), el mayor acierto del segundo florentinato fue no firmar el cheque de Neymar, personaje que se ha llevado por delante los palos del sombrajo culé, incluido su “mainstream”, que primero le hizo un traje de “gallo mohicano” para jugar en el Madrid (el Barça, según eso, ni lo necesitaba ni lo quería): “imagen estrafalaria”, “carácter díscolo”, “comportamiento macarra”, actitud egoísta”, “precio desorbitado”, “bomba de relojería”…, lejos, muy lejos de los valores socialdemócratas de La Masía. El caso es que Neymar acabó en Barcelona, y compitiendo en dengues con las Desdémonas (así llamó el “Wall Street Journal” a los futbolistas teatreros del Barça de Gurdiola) sagradas del “mainstream”: Alves, Alba, Xavi, Pedrito, Busquets,… ¿Cómo se puede jugar a fútbol con Busquets?
Visto lo visto (¡quién nos lo iba a decir!), el mayor acierto del segundo florentinato fue no firmar el cheque de Neymar, personaje que se ha llevado por delante los palos del sombrajo culé, incluido su “mainstream”, que primero le hizo un traje de “gallo mohicano” para jugar en el Madrid (el Barça, según eso, ni lo necesitaba ni lo quería): “imagen estrafalaria”, “carácter díscolo”, “comportamiento macarra”, actitud egoísta”, “precio desorbitado”, “bomba de relojería”…, lejos, muy lejos de los valores socialdemócratas de La Masía. El caso es que Neymar acabó en Barcelona, y compitiendo en dengues con las Desdémonas (así llamó el “Wall Street Journal” a los futbolistas teatreros del Barça de Gurdiola) sagradas del “mainstream”: Alves, Alba, Xavi, Pedrito, Busquets,… ¿Cómo se puede jugar a fútbol con Busquets?