lunes, 20 de febrero de 2012

Gato, perro y cormorán (Di María)

Partidos como el del Racing se perdían antes con entrañable alegría pipera

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Tras la demostración del Eje del “Fúlbol” (Platini y Villar, más Blatter) en Madrid, el Madrid de Mourinho está obligado a cazar con todo: el gato de Benzemá, el perro de Higuaín… y ese cormorán que es Di María.

El cormorán pesca como quien caza, y, para quien nunca haya visto uno, lo que hace Di María entre líneas de defensores es lo que hace el cormorán entre los bañistas de la playa. Los chinos pescan que se las matan con él: lo enjaretan por el pescuezo para que no se trague el pez, se lo arrebatan de la boca y otra vez a correr, que en este caso es nadar.

Di María nos da transiciones diferentes cuando recuperamos y cuando atacamos –explicó el sábado Mourinho.

La necesidad crea el órgano, sostiene el lamarckismo (de Jean-Baptiste Lamarck, aunque también podría suscribirlo Juan Lamarca), y la necesidad ha llevado a Mourinho a crear un equipo que, en números redondos, no se había visto nunca en el Bernabéu. En igualdad de condiciones, los poderes fácticos siempre desnivelarán en su contra la balanza. Y necesita arrasar para asegurarse la victoria.

Con el “pasillo de seguridad”, que diría Zapatones, de Albiol-Canales-Pedro León más Granero, como pedía la Prensa, nadie garantiza ningún arrasamiento. Y partidos pestosos como el del Racing (equipo pequeño en víspera de salida europea) se perdían antes con entrañable alegría pipera. Ahora se organizan goleadas mientras los Ultrasur ponen música de Raffaella Carrà (“Rumore”) al nombre de Cristiano Ronaldo, y de Joan Baez (“No nos moverán”) a “¡la final de Copa no se juega aquí!”, que son maneras de “intertextualizar” más finas y elegantes que las que hicieran famoso a Luis Racionero en su paso por la Biblioteca Nacional.

Su libro “Atenas de Pericles” contiene pasajes que guardan un extraordinario parecido con “El legado de Grecia”

He utilizado ideas de otros. Se llama intertextualidad: buscar lo que han dicho otros y contarlo. No vas a inventar. Lo hacemos todos.

El mérito de este Madrid imponente es no haberse rendido al guirigay de la Prensa de vuelo de corral, que vocea como el sindicalista Martínez y que el mismo día del Racing pintaba de Herodes a Mourinho (que venía de ser Hitler y Franco y Mussolini) por no poner a jugar al canterano Carvajal, que estaba sancionado, e incurrir en alineación indebida.

Si Mourinho diera bolilla a lo que Ampudia llama la Brunete del Txistu, con todos sus gansos capitolinos alertando las veinticuatro horas de unos moros en la costa que no acaban de llegar, ya tendríamos con el pobre Carvajal otro “caso Madeleine”.

Que la realidad nunca te estropee un titular.

Este pasar de la Prensa contra el viento y la marea es un lujo que sólo puede permitirse (después de Bernabéu, que también lo hizo) Florentino Pérez, el hombre que nos trajo a Benzemá y Mourinho cuando podía habernos traído a Villa y a Pochettino.

Y la revelación, queridos piperos, no es Granero, por muy buen gusto taurino que tenga. La revelación es Varane.

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“BUENAS MANOS”
Alejandro Blanco, el judoca de la cosa olímpica, es un Zaratustra y no lo sabe. Primero dijo que Mourinho había acabado con los valores del Madrid. (Ya imaginamos que los valores del Madrid no eran los de Samaranch.) Luego, que Madrid necesita los Juegos Olímpicos para darnos trabajo. (¿Saltando vallas?) Y ahora, que el fútbol está en las mejores manos. “Ángel, contigo el fútbol está en buenas manos”, le soltó en plena “rave” democrática a Villar. Blanco y en Botella…


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