martes, 28 de febrero de 2012

Camba

La Prensa en España

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Encumbrado por ABC, cuyas tres letras lleva en su apellido, hoy hace cincuenta años muere (once de la mañana) Julio Camba en Madrid.

Hermosa es la vida, pero se acaba –dice al P. Félix García, que logra ponerle una cruz encima–. Veo venir la muerte

Camba, cuya muerte tanto influirá en la de Belmonte, anda en la cara del toro de la muerte como había andado en la cara del toro de la vida: sin aspavientos (sin énfasis). Faenas cortas, a lo Chenel: diez pases de puro poder, y a matar. Tener gracia, llama el público a eso. Sólo es sabiduría.

Pues sí. Me da mucha pereza escribir. Por eso hago artículos tan cortos.

Entre tantos Plutarcos de salón, únicamente “el breve” Camba sabe ver al primer golpe al toro de la República. El Gobierno Provisional nombra fiscal a Angelito Galarza, y Camba le dice a Sainz Rodríguez, su mecenas durante la feroz censura republicana:

Esto es una mierda de República, y si todo lo que se les ha ocurrido es nombrar a ese imbécil de Galarza para un puesto de responsabilidad, sabe Dios las tonterías que van a hacer y lo que nos espera.

Camba sólo acepta un premio (el Cavia del 51): prefiere morir de hambre a escribir. Enfermizamente independiente, libre y fumador. No lo veo hoy de tertuliano.

Camba muere de la mano de su sobrina Julia y del director de ABC (su inteligencia gemela) Luis Calvo Andaluz, recibiendo el elogio fúnebre de Ruano, el grande funebrista:

La Muerte lo ha invitado a cenar y el solitario del Palace, como se le garantizaba llevarlo en coche, ha dicho que bueno. Sin pensar que no lo volverían a traer al hotel.

Eso no se hace.

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